Teoría del personaje secundario
Pasa mucho: hay gente con la que cuidarse de brillar para no herirla, y la mayoría de las veces merece la pena, más si juegas en su estadio
![Eva Green, Michael Pitt y Louis Garrel, en un momento de 'Soñadores' (Bernardo Bertolucci, 2003).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/STQRVRKFPVEHDO7PF2X2Z6VB7Q.jpg?auth=172029c9ab041d635e64b0a4ab24c942e86c20e15d4e41cda8c4bf2b9e187185&width=414)
Hace años, una pareja decidió subalquilar una habitación de su piso de estudiantes en la calle Alfredo Brañas de Santiago. Se acercó allí un chico que atendió a las explicaciones que se le daban sobre usos y costumbres de la vivienda y luego, con mucha educación, el muchacho pidió quedarse un momento a solas en el cuarto. La pareja salió al pasillo un poco alucinada. Como quiera que el tiempo pasaba, abrieron la puerta de la habitación sin avisar. En qué momento. Descubrieron al muchacho subiendo y bajando la persiana mientras contaba las líneas de luz que dejaba: si la suma era un número impar, les dijo a regañadientes, él no podría dormir. Recordé la escena en un necesario revisionado de Soñadores, la película de Bertolucci. Louis Garrel y Eva Green interpretan a dos hermanos que acogen en su casa a un americano, Matthew (Michael Pitt). Este conoce a los padres en una cena en la que, para sorpresa de esa familia cultísima, interesante y moderna, por tanto, insoportable, se destapa con una ocurrencia que interrumpe el monólogo pedante del padre: resulta que su mechero encaja en cualquier lugar y posición de la mesa, por tanto, concluye, hay un orden cósmico. La chorrada es recibida con admiración, como no podía ser de otra forma, por toda la familia (“qué amigo tan interesante este Matthew”) menos por el personaje de Garrel, que ensombrece la mirada. Sin quererlo, Matthew le ha robado luz, no sólo en su casa, sino delante de su familia. Una imprudencia para según qué egos. Pasa mucho: hay gente con la que cuidarse de brillar para no herirla, y la mayoría de las veces merece la pena, más si juegas en su estadio: regálale los goles. El escritor Tallón tiene una teoría al respecto sobre los personajes secundarios: “El genio, cuando lo considera conveniente, se oculta. La fama, en cambio, explora la luz y se construye como mentira, y el individuo que queda segundo, lo sabe”. La suma de las líneas de la persiana del piso de Alfredo Brañas daba impar, y el chico se negó en redondo a dormir allí. Tan importante es que te dé la luz como que te dé bien, o al menos a tu gusto.
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