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COLUMNA
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Departamento de Eficiencia Gubernamental

Me gustaría decir que Trump se ha inventado un ministerio de coña para no darle a Musk uno de verdad

Musk en un mitin de la campaña de Trump el 27 de octubre en el Madison Square Garden de Nueva York. A su lado el empresario y multimillonario estadounidense Howard Lutnick.
Musk en un mitin de la campaña de Trump el 27 de octubre en el Madison Square Garden de Nueva York. A su lado el empresario y multimillonario estadounidense Howard Lutnick.Evan Vucci (AP)
Marta Peirano

“¿De verdad necesitamos, cuántas son, 428 agencias federales?”, le preguntaba Elon Musk a Tucker Carlson en una entrevista en Mar-a-Lago el pasado 6 de noviembre. Se refiere a las distintas organizaciones gubernamentales que implementan leyes, administran programas y regulan la economía y la sociedad estadounidenses. Esto va de los departamentos de Estado, Defensa y Educación a los servicios postales, el FBI y la CIA, la NASA y el IRS. Según el Directorio Federal, incluyendo subdivisiones y oficinas, hay unas 430 agencias en activo. En la misma entrevista Musk dice un número que le parece más apropiado: deberían ser 99. Eliminar 331 agencias supondría eliminar el 77% del Gobierno federal.

Este minimalismo agresivo es lo que los muskólogos llamamos vintage Elon: la idea de que eliminar piezas del sistema hasta que se rompe nos ayuda a descubrir aquello que es verdaderamente crítico. Su teoría es que simplificar no solo abarata los costes, sino que también reduce los fallos y agiliza la producción. El problema es que el Gobierno no es precisamente un tesla; la redundancia es una medida necesaria de seguridad. Muchos departamentos tienen responsabilidades superpuestas para asegurar la continuidad en caso de que falle un sistema. Eliminar recursos suele impactar de forma desproporcionada en ciertos grupos y dejar vacíos críticos que se manifiestan en una crisis. Por ejemplo, una pandemia o una dana.

Donald Trump no ha ofrecido mucha información sobre el nuevo departamento, pero ha anunciado que su propósito es “reducir el exceso de regulaciones, recortar gastos innecesarios y reestructurar las agencias federales”. También “ofrecer asesoramiento y orientación desde fuera del Gobierno”. Ese “fuera del Gobierno” es más importante que todo lo demás. No se pueden hacer tantas cosas desde fuera del Gobierno, salvo que quieran los de dentro. Si se pelean, el divorcio sería exprés.

Me gustaría decir que Trump se ha inventado un ministerio de coña para no darle a Elon uno de verdad. Los narcisistas son como los inmortales: solo puede quedar uno. Antes o después, esta alianza explotará y dará para una nueva saga de Marvel. La verdad es que la ley de conflictos de interés del código federal impide a los empleados del Gobierno participar en asuntos gubernamentales donde tengan un interés financiero, y Musk tiene más intereses en las agencias que el Tío Gilito en Patoburgo.

Para entrar en el Gobierno, Musk tendría que abandonar Space X, Tesla, SolarCity y The Boring Company, lo que quitaría sentido a su politización. De hecho, lo más probable es que hasta X/Twitter acabe trabajando para el Gobierno como máquina de propaganda para justificar los delitos de la próxima Administración. Las siglas en inglés del nuevo departamento son DOGE, en homenaje a la criptomoneda favorita de Elon, cariñosamente apodada DODGE, que significa esquivar o evadir, como en evadir impuestos y esquivar la ley. Todavía no ha ocurrido y ya parece el Gobierno más transparente de las últimas décadas, al menos en intención.

De momento, lo primero que ha hecho el Departamento de Eficiencia es contratar a dos personas para el mismo puesto: Elon Musk y Vivek Ramaswamy, un billonario farmacéutico de Ohio que se presentó a las últimas primarias republicanas, precisamente con la propuesta de eliminar agencias federales como el FBI o el Departamento de Educación y desregular el mercado. Si les dejan desmantelar pieza por pieza, el error será una catástrofe en la que morirá gente. Que pregunten aquí.

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