El corazón destrozado
Vi a una pareja joven con una niña cuya melena, larga y rubia, relampagueaba en la penumbra
Fui a caminar al parque de mi barrio poco antes de que amaneciera. Al pasar cerca del recinto de las atracciones infantiles, vi a una pareja joven con una niña cuya melena, larga y rubia, relampagueaba en la penumbra. La niña permanecía sentada, como con miedo, en un columpio que los padres —el hombre delante y la mujer detrás— empujaban con una delicadeza extrema. Me extrañó que estuvieran allí a esas horas. Aunque hay un colegio público en los alrededores, no lo abren hasta las nueve y eran las siete y media. Tuve la tentación de aproximarme para contemplar de cerca la insólita escena, pero me pareció que la pareja percibió mi presencia como una amenaza (no había nadie más por los alrededores).
Tras llevar a cabo la marcha acostumbrada y de recibir la salida del sol como un regalo excepcional (no todos los días sale mentalmente), di la vuelta para regresar por donde había venido. El trío familiar ya había abandonado el columpio y los caminos del parque empezaban a poblarse de personas con perro y corredores en hermosas mallas deportivas. Los pájaros platicaban sin cesar y un par de patos discutía en medio de las aguas del estanque. París era una fiesta (es un modo de hablar: el parque se encuentra en mi distrito, a las afueras de Madrid). La imagen crepuscular de los jóvenes y su hija no me abandonó en todo el día. Había en ella algo terrorífico, como si la pequeña (casi no me atrevo a decirlo) estuviera muerta.
Al día siguiente salí a la misma hora y distinguí de lejos al grupo, esta vez con la cría deslizándose, muy rígida, por un tobogán. Me acerqué al recinto infantil con decisión, como si formara parte de mi recorrido y tuviera derecho, por tanto, a romper aquella intimidad familiar. Al llegar donde estaban, advertí sin género de dudas que la nena era un muñeco hiperreal, de los de silicona. Los padres y yo intercambiamos una mirada dura, de extrañeza, y yo continué andando con el corazón destrozado.
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