_
_
_
_
columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dejad toda esperanza

Netanyahu siempre encuentra una nueva exigencia para impedir el canje de los rehenes por prisioneros palestinos y para mantener al ejército israelí en Gaza

Netanyahu muestra un mapa (donde Cisjordania no existe) sobre la guerra en Gaza.
Netanyahu muestra un mapa (donde Cisjordania no existe) sobre la guerra en Gaza.ABIR SULTAN (EFE)
Lluís Bassets

No habrá tregua. No la quiere Benjamin Netanyahu, que sabe cómo imponer su voluntad: sobre Joe Biden, su ministro de Defensa Yoav Galand, sus servicios secretos o los familiares de los rehenes. Cuenta con el auxilio de dos piezas fundamentales de esa diabólica máquina de la muerte que ha triturado la vida de más de 40.000 gazatíes y amenaza con no dejar ni un solo rehén vivo. La primera es el verdugo supremo y jefe de Hamás, Yahya Sinwar. La segunda, los ministros fascistas y vocacionalmente genocidas del gobierno israelí, Bezalel Smotrich e Itamar Ben G’vir, ansiosos por conseguir una solución final al problema palestino que proporcione a Israel el entero territorio entre el mar y el Jordán, lo mismo que Sinwar quiere hacer con los israelíes.

Como en el cuento de nunca acabar, Netanyahu siempre encuentra una nueva exigencia para impedir el canje de los rehenes por prisioneros palestinos, mantener al ejército israelí en Gaza y evitar la tregua que permita auxiliar a la población y empezar la reconstrucción. La cuenta se ha perdido ya de las veces en que los patrocinadores del alto el fuego, Estados Unidos, Egipto y Qatar, se han reunido con enviados de Israel. El último as que Netanyahu se ha sacado de la manga es la permanencia del ejército israelí en el corredor de Filadelfia, la franja fronteriza entre Gaza y Egipto, una exigencia que ha declarado irrenunciable y existencial, como si de ella dependiera la seguridad futura del país.

No es verdad. Se lo han dicho los militares y los servicios de inteligencia, y se lo ha dicho Washington. En el corto plazo, Israel no estará amenazado desde una Gaza sin control militar ni administrativo de Hamás, tal como contempla el esbozo del acuerdo de alto el fuego. En el largo plazo, la seguridad de Israel dependerá de la paz en la región. Y la paz, de que se aplique la fórmula de los dos Estados mutuamente reconocidos. Son todas ellas palabras vacías para Netanyahu y sus socios extremistas, que no quieren escucharlas aunque vengan de Washington.

Si el corredor tiene valor existencial es para la coalición de gobierno de Netanyahu. Si cede, Smotrich y Ben G’vir le dejarán caer, habrá elecciones y le esperan las acusaciones de corrupción en los juzgados y la investigación sobre sus responsabilidades como primer ministro por el ataque del 7 de octubre y por la conducción de la guerra. Con el corredor controlado, Netanyahu puede incluso declararse victorioso, y Smotrich y Ben G’vir aspirar al control definitivo de Gaza y luego a la aplicación del modelo a Cisjordania. Para Sinwar, ceder el corredor es la rendición, pero mientras siga la guerra, a costa de la población palestina y del peligro de escalada, puede soñar aun en un desenlace en el que Hamás sobreviva e incluso se declare vencedor.

Vale para Gaza la frase que Dante escribió en la entrada de su infierno. Netanyahu niega cualquier esperanza. Su única propuesta es la guerra sin fin contra los palestinos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_