Fútbol, fe y confianza
Los lectores escriben sobre la victoria de la selección española de fútbol, el poder judicial, el espionaje político y los problemas de ruidos que generan los festivales musicales
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Empezamos sin optimismo, no demasiado enganchados; con la expectación lógica de aficionados ante un gran torneo, pero albergando dudas. La fase de grupos nos enchufó algo más pero nos llevó por la parte difícil del cuadro; “una pena porque estamos jugando bien pero no nos va a dar para superar esto”. Pero olvidamos que la fe y la confianza la tenían los que la tienen que tener, los que juegan, seleccionan y entrenan.
Y eliminatoria a eliminatoria con su modelo de solidaridad, mezcla de control por dentro y explosión por fuera, bajitos quizás, pero incansables, con la mejor presión tras pérdida nunca vista, nos han dado una gran lección: si se cree, se aparcan los egos (y se sabe jugar al fútbol, por supuesto) todo es posible. Los goles de la final un ejemplo. Talento y arrastre (ese fútbol invisible) en el primero, valentia (Cucurella)y confianza (la de De la Fuente en Oyarzabal y la de este en su propio juego) en el del triunfo. CAMPEONES; no hace falta escribir más
Alberto Rodríguez Ferreras. Burgos
Sin sanciones a los jueces
Creo que no leído en parte alguna que el juez García-Castellón haya sido amonestado, sancionado, expulsado, por haber cometido un error procesal de nada menos que tres años instruyendo un caso fuera de plazo. En cualquier otra actividad, la sanción habría sido tan grande como el propio error. Vamos a tener que pensar que la justicia no es igual para todos.
Alfonso Caparrós. Rincón de la Victoria (Málaga)
Inaudito
Inaudito en un país democrático. Si lo que está en boca de todos llegara a demostrarse, cosa que dudo, estaríamos ante un caso gravísimo: Espiar al adversario político con el fin de desprestigiarlo y condenarlo. Quienes lo organizaron serían vulgares imitadores de regímenes dictatoriales. Añoran la dictadura. ¿Qué estaríamos oyendo por boca de Alberto Núñez Feijóo, Cuca Gamarra y Miguel Tellado si el espionaje procediera del PSOE? ¿Se lo imaginan? España sería una nación bolivariana, por lo menos. ¡Espiar a los 69 diputados de Podemos desde las altas instituciones del Estado! ¿No hay ninguna asociación ultracatólica que lo denuncie, ni ningún juez que lo investigue? ¡Patriotismo!
Julio García-Casarrubios. Valdepeñas (Ciudad Real)
Sin dormir
Los vecinos de Getafe y Villaverde, en Madrid, tenemos derechos que se están pisoteando con la actividad del recinto Iberdrola Music. El festival MadCool nos ha dejado cuatro días sin dormir. El recinto busca operar de forma permanente. Se violan nuestros domicilios con ruido insoportable durante los ensayos y los conciertos hasta altas horas de la madrugada. No debería ubicarse un recinto para macrofestivales y eventos musicales masivos en un solar rodeado de viviendas y de un polígono comercial que se ha de blindar para cada actividad. Nos va la salud en ello, y a los comercios del polígono su sustento. No estamos solos. Ifema, Bernabéu, Fórum, Malecón... Este es un mal que se propaga por toda España, y en la búsqueda de una gran iniciativa popular para solucionar el problema nos tendrán que oír.
Ana Mejón. Getafe (Madrid)
