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Columna
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Francia, un país irreconocible

La carta a los franceses publicada por Macron donde no reconoce la victoria de la izquierda en las legislativas tensa aún más el convulso debate político francés en beneficio de la extrema derecha

El presidente francés, Emmanuel Macron, tras votar en la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas francesas, en un colegio electoral en Le Touquet-Paris-Plage, Francia, el pasado 7 de julio.
El presidente francés, Emmanuel Macron, tras votar en la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas francesas, en un colegio electoral en Le Touquet-Paris-Plage, Francia, el pasado 7 de julio.Christian Hartmann (REUTERS)
Carla Mascia

Hace dos semanas, cuando todavía la hipótesis de una victoria del Reagrupamiento Nacional (RN) parecía la consecuencia más probable tras la incomprensible disolución de la Asamblea Nacional decidida por Emmanuel Macron, la tertuliana de la radio RMC, Joëlle Dago-Serry, rompió a llorar en plena emisión televisiva al formular la siguiente pregunta a la macronista Yael Beaune Pivet. “Os hemos dejado las llaves de la nación en 2017, ¿qué habéis hecho con Francia?”. Aunque el temido escenario de un Gobierno encabezado por Jordan Bardella se ha evitado con la victoria de la coalición de izquierdas en las elecciones legislativas del pasado domingo, la sensación de caos que se ha apoderado de la política francesa ―con la angustia y la incertidumbre que provoca en los ciudadanos la constitución de un nuevo Gobierno en un país fragmentado en tres bloques― es probablemente la consecuencia más triste y visible de estos días. Si bien la política gala ha sido siempre convulsa, la bronca diaria y continua a la que asistimos los franceses desde hace dos semanas hace que Francia se haya vuelto irreconocible. Basta abrir X para darse cuenta de que casi todo se resume hoy a un cruce infumable de acusaciones, críticas y reproches que muchos hubiésemos preferido ahorrarnos y del que dudo que pueda haber marcha atrás.

El presidente francés, más jupiterino que nunca, y como si no fuera consciente de haber perdido 80 diputados en unos comicios de los que salió debilitado y aislado incluso dentro de su propia familia política, ha vuelto a echar leña al fuego al publicar en X y en la prensa regional una carta a la nación pensada “para apaciguar” el país en la que niega la victoria de la izquierda. Según el storytelling macronista, la operación de “clarificación” del presidente ha sido todo un éxito y no ganó las elecciones el Nuevo Frente Popular, pese a ser el partido más votado, sino el frente republicano que se constituyó para impedir a la ultraderecha llegar al poder. De ahí que, siempre según el Elíseo, el frente republicano elevado a coalición es la única alternativa posible, aunque, eso sí, excluyendo de nuevo a la Francia Insumisa (LFI) de Mélenchon del acuerdo.

La carta de Macron ha provocado la indignación en X de los líderes del NFP, quienes defienden que los franceses han votado mayoritariamente a la coalición de izquierdas para que esta pudiera aplicar su programa, pese a tener una mayoría relativa. Mientras Mélenchon ha acusado a Macron de “vetar el sufragio universal”, la líder de los ecologistas, Marine Tondelier, le ha reprochado el daño que su negativa a reconocer el resultado del pasado domingo “hace al país y a la democracia”. En la misma línea, el exmiembro de LFI François Rufin reprocha en un tuit al mandatario su “arrogancia” y le recuerda que fue elegido en 2022 para impedir que el RN conquistara el poder gracias al voto de una parte de la izquierda comprometida con la democracia y que aun así él no dudó en imponer a los franceses la impopular reforma de las pensiones.

Macron no solo confunde obstinadamente radicalismo y extremismo, sino que olvida por el camino que sin los votos de los electores de LFI muchos de sus antiguos ministros no habrían sido reelegidos: desde la ex primera ministra Elisabeth Borne, quien representa para todo un sector de la izquierda la criticada reforma de las pensiones, hasta el antiguo lugarteniente de Nicolas Sarkozy y ministro del Interior, Gérald Darmanin, cuya visión en materia de seguridad y contra la inmigración lo sitúan a las antípodas del votante progresista. El mandatario obvia además que las tensiones que él mismo alimenta al no reconocer la legitimidad de un Gobierno del NFP ―por mucho que este pueda ser tumbado en unos meses con una moción de censura― solo tienen un beneficiario directo: el RN.

Marine Le Pen no ha tardado en reaccionar en X a la misiva del presidente. “Este circo se está volviendo indigno”, tuiteó este miércoles la líder del RN, en referencia a la exhortación de Macron de excluir a LFI después de haberse beneficiado de sus votos. El partido de extrema derecha, al que votaron casi 11 millones de franceses y que ha pasado de tener 89 diputados a 126, reivindica su entereza e independencia frente a unas formaciones cuyos pactos tilda de oportunistas y contra natura y pretende postularse como el partido que se preocupa realmente por los problemas de los franceses. Algo que tanto Le Pen como Bardella, quien asumió el lunes la presidencia del grupo creado por Viktor Orbán en el Parlamento Europeo, Patriotas por Europa, no dudarán en capitalizar de aquí a las presidenciales de 2027.

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Sobre la firma

Carla Mascia
Periodista franco-italiana, es editora en la sección de Opinión, donde se encarga de los contenidos digitales y escribe en 'Anatomía de Twitter'. Es licenciada en Estudios Europeos y en Ciencias Políticas por la Sorbona y cursó el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Antes de llegar al diario trabajó como asesora en comunicación política en Francia.
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