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Columna
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Cívico el último

El razonado hilo de un vecino sobre un coche aparcado en una plaza para personas de movilidad reducida genera miles de reacciones y un millón y medio de visualizaciones en X

Una plaza de aparcamiento reservada a personas con discapacidad en Madrid.
Una plaza de aparcamiento reservada a personas con discapacidad en Madrid.ÁLVARO GARCÍA
Ferran Bono

Hay un interesante hilo de un usuario de X, antes conocido como tuitero, que lleva más de un millón y medio de visualizaciones en un día y miles de comentarios y corazoncitos, sin ser ninguna celebridad tiktokera ni contar con una larga ristra de seguidores. Y sin insultar a nadie, ni emplear palabras como sexo o nazi, que siempre garantizan un buen funcionamiento en audiencia y lo peta en el caso de que vayan juntas en un titular o sintagma. No. Es el hilo de un vecino de la catalana L’Hospitalet, de una persona cívica, que reivindica sus derechos. Se llama Ramón y todo empieza cuando descubre que en su plaza reservada PMR (aparcamiento reservado para personas con movilidad reducida) hay un cochazo estacionado. Tiene esa plaza por las necesidades de su hija, a la que tiene a su cuidado, explica.

“Solicito servicio de grúa. 00:42. Vuelvo a reclamar el servicio. Guardia urbana me comunica que no es posible retirar el vehículo por sus dimensiones”, dice en su primer mensaje. Se trata de un Audi Q7 y la grúa municipal no está preparada para retirar un vehículo de esas características. En estos casos, hay que solicitar un servicio externalizado y por la noche no es posible. El hilo continúa: “Si el vehículo continúa ahí aparcado a las 6 am puedo solicitar el servicio pues ya estará operativo. Pregunto si al menos el vehículo va a ser denunciado. La respuesta es que no, ya que no vale la pena. Es extranjero y no las pagan. Me piden disculpas No pueden hacer nada”. Ramón introduce un cuña reflexiva en el relato de los hechos: “No es un hecho puntual. Es algo que sucede habitualmente. Este mismo jueves estuve esperando más de tres horas hasta que retiraron otro vehículo. Mi plaza está situada justo enfrente de un edificio de apartamentos turísticos. Parece ser que los ofrecen con aparcamiento”. Habla también del incivismo de la sociedad, de los problemas que acarrea la turistificación y gentrificación, porque ahora los vecinos ya no se conocen.

A las nueve de la mañana, el vehículo continúa estacionado “con total impunidad”. Al final, llega la grúa y justo cuando iba a retirarlo aparecen “por arte de magia” los incívicos. “Resultado final. Se van sin multa y yo con un cabreo del quince. Hasta la próxima. Continuará”, apunta Ramón. A continuación, se produce un alud de reacciones solidarias, en su inmensa mayoría, relatos de experiencias similares en otras ciudades e incluso en continentes diferentes. Coinciden en que el incivismo reina a sus anchas, que ser cívico no cotiza tanto en la sociedad como ser espabilado. Quién no ha pecado por su propia comodidad o interés. Quién no ha puesto a parir a un conductor por saltarse una norma que él mismo transgrede con mayor o menor frecuencia. Y por extensión, quién no ha alquilado un apartamento turístico en un barrio céntrico de una urbe ajena, muy similar, por cierto, al que habita en su ciudad, donde despotrica por la extensión de los pisos para guiris junto a su casa. Nadie está salvo del pecado, de las incongruencias e incoherencias, más o menos veniales, pero, evítense, al menos, las lecciones y moralinas, dice la máxima (en realidad, la mínima) del diletante incívico.

Muchos de los comentarios al hilo de Ramón proponen toda una serie de castigos para el coche mal estacionado, que van in crescendo: desde rayarlo (quién no he tenido la tentación alguna vez) hasta incendiarlo, pasando por pinchar las ruedas, por poner adhesivos de esos que nunca se pueden despegar del todo o, el más didáctico y cívico de todos: colocar un cartel bien visible recordando que solo el 2% del aparcamiento está reservado para movilidad reducida y subrayando que no se trata de “una plaza VIP ni es un privilegio que deseo tener, ¿de verdad la necesitas?”. Hay quien aprovecha también para cargar las tintas racistas que Ramón corta en seco y quien de manera inopinada explica técnicamente qué grúa se necesita para acarrear el coche.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.
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