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Columna
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Manual para ganar elecciones

En una sociedad moderna y educada, se cumple el lema atribuido a Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo y puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”

Jóvenes celebran los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas en la Place de la République en París, Francia, este domingo.
Jóvenes celebran los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas en la Place de la République en París, Francia, este domingo.YOAN VALAT (EFE)
Víctor Lapuente

El espectro del populismo que recorre Europa ha cruzado el canal de la Mancha. Ha pasado del Reino Unido, donde el Gobierno conservador llevaba una década poniendo en marcha la agenda más populista de Occidente, a Francia, donde el partido de Le Pen afila los colmillos de la suya. Aunque, de momento, no morderá el poder. ¿Qué lecciones podemos sacar de estas dos elecciones?

Los tories se han despedido de Downing Street porque han aplicado al pie de la letra el manual del gobernante populista, que consiste en crear mentiras divisivas, ya sea sobre las bondades del Brexit (Boris Johnson), la sostenibilidad del ultraliberal “mini-presupuesto” (Liz Truss), o el supuesto aluvión de inmigrantes (Rishi Sunak). A largo plazo, esta deriva populista ha llevado al partido más exitoso de la historia de las democracias modernas (que ha estado en el poder de forma frecuente desde 1830, incluyendo casi 80 de los últimos 120 años) al mayor fracaso electoral que se recuerda de una formación gobernante. La población británica se ha hartado de que el partido más serio, adusto y moderado se haya convertido en el más cómico, estridente, y radical; y que la formación pro business haya arruinado la economía.

En Francia, la mayoría ha llegado por anticipado a una conclusión parecida: no es adulta una política de confrontación a lo que viene de fuera y a millones de personas dentro de tu país, empezando por los delanteros de tu selección de fútbol. Esta es pues la primera lección de las elecciones: en una sociedad moderna y educada, se cumple el lema atribuido a Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo y puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

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La segunda lección es que las elecciones se ganan en el centro, pero no con políticas centristas. Por un lado, los partidos de centro caen, como los integrantes del grupo Renew en las recientes elecciones europeas. Por el otro, vence el bloque capaz de movilizar al votante de centro, a esa persona que se inclinó por Keir Starmer o François Hollande ―políticos con ideología marcada, aunque moderada―.

Fracasan las opciones neutras, que se presentan por encima del bien y del mal, de la izquierda y la derecha, como los liberales británicos (otro partido histórico que podría haber resucitado, pero sigue muerto) y Macron. La gente no quiere populismo ni tecnocracia. Rechaza al político mentiroso que quiere dividirlos con mentiras, pero también al soberbio que quiere unirlos bajo su inmaculado manto. @VictorLapuente

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