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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Reforzar la mayoría europeísta

Los partidos centrales del nuevo Parlamento deben pactar sin dilación el nuevo liderazgo de la UE

Socialisas, populares y libreales acuerdan el reparto de altos cargos de la UE
Pedro Sánchez, Mark Rutte, Emmanuel Macron, Kyriakos Mitsotakis, Olaf Scholz y Donald Tusk, en una reunión informal sobre el reparto de cargos institucionales de la UE en Bruselas.Fernando Calvo (EFE/POOL MONCLOA)
El País

La Unión Europea atraviesa días de trascendental importancia, que tendrán un claro impacto en su futuro por la vía de la configuración de la nueva cúpula de mando de las instituciones comunes y de los equilibrios políticos que esta irá asentando. Los líderes negocian en busca de un acuerdo, con vistas a tenerlo listo en la cumbre que está previsto se celebre este jueves y viernes. Sería una señal muy positiva, de estabilidad, que se alcanzara una solución de amplio consenso en esa sede sin desgastantes pulsos prolongados.

El curso que empieza tiene lecturas diferentes con respecto al Parlamento Europeo y al Consejo. En el primero ha habido un avance de las fuerzas de ultraderecha, pero es modesto. La mayoría europeísta sustancialmente aguanta. La tradicional coalición entre democristianos, socialdemócratas y liberales suma unos 400 escaños, cuando la mayoría absoluta es 361. Si se añade el medio centenar de diputados verdes, con los que se puede contar para la construcción europea, el cuadro es claro.

Más complejo es el equilibrio en el Consejo Europeo, integrado por los jefes de Estado o de Gobierno. De entrada, porque crece el número de Gobiernos en los que la ultraderecha se halla al mando o en posición de socio de coalición. Países Bajos se ha sumado a la lista, y es probable que lo haga pronto Austria. Aumenta así la perspectiva de posibles bloqueos ultra en el Consejo. Además, Berlín y París exhiben liderazgos muy debilitados. A la espera del resultado de las elecciones en Francia, todo apunta a que saldrá como mínimo una Asamblea Nacional mucho peor para el europeísmo que el anterior, con un fuerte auge de Marine Le Pen. Incluso puede darse una cohabitación con un primer ministro ultraderechista. En Alemania no se vislumbran elecciones anticipadas, pero la debilidad de la coalición es tal que cuesta esperar de ella un papel de fuerza motriz. Además, como derivada de la composición actual del Consejo Europeo, es probable que en la nueva Comisión haya miembros con sensibilidades muy derechistas. Todo ello son malas noticias para el camino de la UE.

Pero, aun así, la realidad es que sigue habiendo una clara mayoría europeísta en el Parlamento y también en el panorama gubernamental. Ni Le Pen está a punto de entrar en el Elíseo, ni AfD en el Gobierno alemán. Pese a las dificultades, pues, siguen dándose las circunstancias para proseguir en la necesaria integración. Para ello es fundamental que el grupo popular no traicione su historia europeísta en aras de entendimientos tácticos con los ultraderechistas defensores de la Europa de las patrias.

La mayoría europeísta debería mantenerse cohesionada, rechazando de plano el empuje y la influencia ultra para revertir la senda de la transición verde o para endurecer aún más el sistema migratorio. La primera es irrenunciable a la vista de los estragos del cambio climático; el segundo no puede endurecerse más aún sin perder en ello los valores esenciales del proyecto. Los acuerdos tendrán que brotar dentro del perímetro europeísta. Es el mejor camino para defender los intereses de los ciudadanos europeos en un mundo que nos exige reforzar la UE.

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