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Red de redes
Columna
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Castigar al periodista

Un tuit de la periodista francesa Nassira El Moaddem provoca una campaña de ciberacoso racista y muy violento por parte de la extrema derecha

La periodista Nassira El Moaddem, en marzo de 2018.
La periodista Nassira El Moaddem, en marzo de 2018.Friends of Europe
Carmela Ríos

A la periodista francesa Nassira El Moaddem centenares de personas le han deseado estos días la muerte y la más traumática de las violaciones. La han llamado “gorda puta”, “fascista musulmana” y aconsejado que se vuelva a su país. Pero su país es Francia. De padres marroquíes, Nassira nació hace 39 años en Romorantin-Lanther. Estudió Ciencias Políticas en Grenoble antes de ingresar en la prestigiosa Escuela Superior de Periodismo de Lille. En 2012, recién graduada, obtuvo el Premio Gran Match News de Canal+ con el que ganó un año de contrato en la cadena de noticias del grupo. Fue el comienzo de una intensa carrera profesional como reportera y cronista política y social en diversas cadenas de televisión, Actualmente El Moaddem escribe y presenta algunas de las ediciones semanales del programa de televisión Arret sur image, un proyecto ahora independiente dedicado a la actualidad de los medios de comunicación.

El pecado de Nassira fue haber opinado a finales de abril, desde su cuenta de X (antigua Twitter), que Francia era un país “lleno de racistas degenerados” Reaccionaba así a la circular de la Federación francesa de fútbol con la que recordaba a los responsables de las categorías amateur la prohibición de que los jugadores y jugadoras cubran sus cabezas o usen medias debajo del pantalón reglamentario por si esto puede quebrar el principio francés de laicidad. El exceso de celo de las autoridades deportivas indignó a la periodista y compartió en Twitter su controvertida conclusión.

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Se activó entonces un fluido engranaje de odio con varias ruedas que se iban accionando unas a otras. Un día después de su publicación, el tuit fue objeto de conversación en uno de los programas de la cadena de noticias Cnews, un elemento mediático esencial para la extrema derecha francesa, un escaparate amigo en el que ultras de todo pelaje se bregan y retroalimentan en tertulias políticas. “Una periodista de Arrêt sur Images insulta a Francia” rezaba el rótulo sobreimpresionado por la cadena durante el programa. En plató, un diputado del partido de Marine Le Pen, Julian Odoul lanzó indignado “Si no está contenta, que se largue”. “Es francesa, es importante recordarlo”, comenta discretamente el presentador de la emisión. Horas después, el diputado Odoul vuelve a acusar en Twitter a la periodista de insultar a Francia, el titular con el que la cadena CNews abordando el debate.

Durante 48 horas, el tuit de Nassira El Moaddem es objeto de toda la atención en otros dos programas de la cadena, así como en el de Cyril Hanouna, otra estrella mediática de la esfera ultra. Como la propia periodista relata a través de un hilo de X, cada emisión televisiva activaba la siguiente fase del mecanismo de odio: cientos de mensajes racistas, amenazantes o vejatorios aterrizando en sus perfiles de Facebook, X y LinkedIn. “A veces varios mensajes por minuto”, relata la afectada, que refuerza su testimonio con numerosas capturas de pantalla. Otro grupo de radicales había empezado ya a organizar una colecta de fondos con los que comprar un billete de avión a Nassira para “devolverla a África”. A pesar del mal trago, la periodista incluye en su hilo varios mensajes en dirección del diputado Odoul: “No dejaré nunca, como ciudadana y como periodista, de denunciar lo que usted representa”.

Un amplio sector de los periodistas franceses, desde Reporteros Sin Fronteras hasta asociaciones de profesionales de medios como Le Monde, Le Nouvel Observateur, France Television o la radio nacional France Info, ha decidido no callar, ni jugar a las equidistancias preventivas ni mirar hacia otro lado ante esta “campaña de ciberacoso racista y particularmente violento”. Nassira no está sola. Pero no será la última presa.

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