Socializar la tontuna
Solo los destellos de genialidad y el apoyo inesperado ante el dolor permiten continuar la ingrata singladura por X
Últimamente, el debate gira alrededor de una política claramente en decadencia. También en X, la red elegida por el presidente, Pedro Sánchez, para anunciar sus cinco días de reflexión, y donde todo ha ido a menos desde entonces. En casi dos semanas, nadie ha logrado destronar el tuit “Perro será, más perro enamorado”, que sigue en el podio, imbatible. De la euforia de aquellos días, solo quedan los rescoldos que Óscar Puente intenta encender. “En las redes se juega duro, y si no juegas duro, pasas desapercibido, eres irrelevante”, confiesa el ministro de Transportes en un fragmento de una entrevista en Europa Press difundida en X. “Un punto de agresividad” necesario, insiste Puente, para ser escuchado, como si el juguete de Elon Musk no fuese pura irrelevancia con alta dosis de agresividad la mayor parte del tiempo.
Las redes socializan la tontuna que durante mucho tiempo se había limitado al ámbito privado. Solo los amigos y la familia sabían que no es oro todo lo que reluce, si es que alguna vez algo brilló. Ahora X ―por no hablar de Instagram― ha subido la persiana y ha permitido que la luz ilumine la estulticia que se lleva dentro y la irradie a todos los rincones del mundo. “No rompas el silencio si no es para mejorarlo”, dice el aforismo atribuido a Beethoven. O aquel maravilloso verso de “me gusta cuando callas porque estás como ausente”, de Neruda, que ahora podría reescribirse: “Me gusta cuando no tuiteas porque sigo respetándote”.
En las redes se enseña impúdicamente la nadería innata. Esa necesidad imperiosa de compartir el pensamiento que asalta antes de ir a dormir. Un supuesto destello de genialidad que en la época de prerredes se compartía, como mucho, con quien se tenía al lado y que suponía un daño controlado. Ahora se lanza un tuit del que dos segundos después es imposible arrepentirse porque alguien ya ha hecho una captura de pantalla. “Toma, se te ha caído este tuit”, corren a señalar los guardianes de la moral, como si ellos no hubiesen lamentado nunca haber abierto la bocaza.
Pero algunos sí son realmente ingeniosos, y su talento es de las pocas cosas que permite continuar la ingrata singladura por la red social. “Es agotador cuidarle el nieto a mis padres”, escribe Eva Padawantazo, cargada de razón. Un alarde de sabiduría casi a la altura de La vida de Brian renacida en un gag del programa de humor Polònia, con Pedro Sánchez como protagonista. La escena cómica merece sus tres eternos minutos de reproducción en X. “¡Esto no va de personalismos, va de mí!”, resume a modo de conclusión un público resistente, que si sigue en X es seguramente gracias a esas cápsulas de genialidad.
Com deia aquell: “Sempre cal mirar el costat positiu de la vida”☀️#Polònia3Cat pic.twitter.com/gLb4DiuoIz
— Polònia (@polonia3Cat) May 3, 2024
Otra utilidad inesperada en X es también la del alivio emocional. Un repaso al hashtag #eldiadelamadre permite conocer, como narró la periodista Natalia Junquera en estas páginas, el duelo por “la primera mujer a la que quisimos impresionar”. Flota un respaldo poco común en la red social entre quienes recuerdan a sus madres ausentes, sin que nadie insulte, señale u hostigue. La muerte es uno de los pocos respiros, salvo execrable excepción (léase la inhumanidad de algunos tuits ―los menos― referentes al fallecimiento de la madre del expresidente catalán Carles Puigdemont) que concede la red social.
Hay quien incluso encuentra en X un sostén en los momentos más complicados. Lo decía el miércoles pasado el periodista Domingo Marchena, que ha sufrido la muerte de su pareja y de su suegra en los últimos tiempos: “Me deslizo por una pendiente muy pronunciada, camino del precipicio, mientras trato de aferrarme a cualquier saliente. No tengo fuerzas para daros las gracias personalmente, como os merecéis, pero vuestro aliento y cariño son un asidero inmejorable”.
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