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Columna
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Arte de Rosalía

La falta de atención que la derecha está prestando a Galicia en las elecciones gallegas me recuerda las quejas de la artista en sus ‘Cantares’

Retrato de la escritora gallega Rosalía de Castro.
Retrato de la escritora gallega Rosalía de Castro.EFE

Merece mucho la pena celebrar en estas semanas la existencia de Rosalía. Se trata de un punto de referencia imprescindible en la cultura y la historia sentimental de España. Aunque siento interés por ella, debo aclarar que no me refiero ahora a la gran estrella del pop nacida en Sant Cugat del Vallés, muy cerca de Barcelona. En las discusiones políticas de actualidad, ya sea sobre la subida de los salarios mínimos, los problemas del campo, el estado de la justicia o las elecciones gallegas, todo aparece mezclado, desfigurado, cubierto, desalojado, invadido, borrado por el conflicto catalán. Ni siquiera nos dejan celebrar el fin del terrorismo en nuestro país, ya que ahora conviene inventarse nuevas formas de terrorismo. Pero no, yo no quiero hablar de Sant Cugat del Vallés, sino de Santiago de Compostela, la ciudad en la que nació Rosalía de Castro. La falta de atención que la derecha está prestando a Galicia en las elecciones gallegas, me recuerda las quejas de Rosalía en sus Cantares: “Castellanos de Castilla / tratade ben ós galegos”.

Rosalía llegó a enfadarse mucho. No creo que sea honesto ocultar asuntos como la sanidad pública, la educación, las condiciones laborales, la historia del narcotráfico o la manipulación de los medios informativos, bajo el paraguas de la amnistía y Puigdemont. Es posible que los más dispuestos a defender España acaben por provocar una cascada de odios, olvidos y ofensas innecesarias que hagan muy difícil la convivencia tranquila de territorios hermanos. Rosalía acabó por aborrecer a los castellanos que se olvidaban de Galicia. Afirmó que prefería morir como gallega antes que pedir ayuda a los castellanos. Así que conviene hablar mucho de Galicia cuando se trata de Galicia, de Madrid cuando se trata de Madrid y de Europa cuando se trata de Europa. Mala cosa utilizar la política para crispar en vez de para buscar soluciones que nos ayuden a convivir.

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