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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La ruina de convertirse en un meme

El ‘podcast’ de los cómicos Ignasi Taltavull y Tomàs Fuentes desvela a la protagonista de una de las imágenes más conocidas de internet

El meme del novio distraído.
El meme del novio distraído.Antonio Guillem
Jaime Rubio Hancock

España ha exportado un puñado de memes potentes, de los que se convierten en clásicos. Por ejemplo, el eccehomo: la restauración fallida de una pintura en una iglesia de Borja (Zaragoza), a cargo de Cecilia Giménez, apareció en periódicos y medios de todo el mundo. O los vídeos subtitulados del Risitas, que llegó a protagonizar un anuncio de pizza en Finlandia. Y mi favorito, el meme del novio distraído.

Por si alguien no lo recuerda, se trata de una foto de banco de imágenes, de esas que se usan para ilustrar artículos, folletos o lo que haga falta. En ella, una joven mira con estupefacción exageradísima a su pareja, que se ha girado al ver pasar a otra mujer. La foto se ha usado para hablar de nuestra preferencia por las novedades, ya sean gatos, libros, política o comida, por citar solo algunos ejemplos.

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En 2017, cuando se puso de moda, mi compañero Emilio Sánchez Hidalgo entrevistó al autor de la fotografía original, Antonio Guillem, que le contó que la imagen procede de una de las muchas sesiones que hizo con los mismos modelos en Girona. También le dijo que, hasta entonces, ni siquiera sabía lo que era un meme.

Desde hace unos días sabemos algo más de la foto gracias a La Ruina, el podcast de Ignasi Taltavull y Tomàs Fuentes, en el que, como su nombre indica, algunos afortunados del público comparten sus momentos más vergonzosos y divertidos a la vez. No hace falta decir que el podcast resulta graciosísimo y que se merece todos los premios Ondas de aquí a 2050.

Pues bien, en la última entrega, la del pasado jueves, le tocó a una chica, Carla, quien ya había pasado antes por el programa y que esta vez venía con una ruina internetera: ella es la modelo que hace de novia celosa en el meme del novio distraído. La mayor parte de los memes se olvidan en cuestión de días, incluso horas, pero en algunos casos se convierten en clásicos. Este es uno de ellos, como muestra la reacción del público y de los presentadores de La Ruina (al borde del infarto) al enterarse de que estaban ante una de las protagonistas de una de las imágenes más conocidas de la historia de internet. El fragmento que la cuenta del podcast ha compartido en Twitter suma casi 800.000 reproducciones en menos de 24 horas.

Este meme también supone un buen ejemplo de cómo ha cambiado la atención a lo largo de las últimas dos décadas. Con internet y las redes sociales, estamos a unos cuantos miles de retuits de una fama rarísima, por culpa de la cual podemos acabar en los móviles de todo el mundo sin que nadie sepa ni cómo nos llamamos.

Al menos, un meme no es como un linchamiento por una metida de pata, de esos que pueden terminar con despidos y juicios. Pero también pueden ser muy crueles, como muestra el ejemplo del eccehomo: cogemos una imagen, la modificamos, nos reímos… Y olvidamos que detrás de esas bromas hay alguien que no se esperaba nada de todo eso. Giménez, la restauradora aficionada, decía hace unos años en una entrevista publicada en Heraldo de Aragón que en ese momento sintió que “estaba siendo ridiculizada en el mundo entero”. Aunque al menos añadía que estaba contenta por “el cariño y el respeto” que se terminó llevando.

Pero incluso cuando se trata de un ejemplo simpático, como en el caso del novio distraído, convertirse en un meme puede resultar un agobio porque no es algo ni buscado ni, casi nunca, provechoso: en La Ruina, Carla cuenta cómo borró sus cuentas en redes y no lo mencionó durante años. De hecho, mi compañero Emilio contactó con ella en su momento, pero (comprensiblemente) prefirió no hablar.

Los memes forman parte de nuestro vocabulario en internet y los usamos a modo de reacción cómica o de resumen de lo que pensamos ante cualquier situación. Y cuando los empleamos no le queremos ningún mal a ninguno de sus protagonistas. De hecho, lo normal es que ni siquiera pensemos en ellos. Y ese es el problema, aunque a larga dé para una buena ruina.

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Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

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