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Columna
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Resonancia artística y social del chivatazo

‘The Daily Mail’ acaba de anunciar el inminente desenmascaramiento de Banksy, el artista oculto

Una obra del artista Banksy en el contrafuerte de hormigón de una playa de la localidad inglesa de Lowestoft.
Una obra del artista Banksy en el contrafuerte de hormigón de una playa de la localidad inglesa de Lowestoft.JUSTIN TALLIS (AFP)

La prensa amarilla del Reino Unido lleva años empeñada en desvelar la identidad del grafitero Banksy. Con tantos investigadores a la husma produce asombro que aún no conozcamos a la persona, si es que se trata solo de una, que estarce sus célebres imágenes con aerosol en las paredes de la vía pública. El caso ha recibido estos días un nuevo arreón de actualidad al anunciar The Daily Mail el inminente desenmascaramiento del artista oculto. The Sun corroboró prediciendo la ocasión y el escenario: un pleito judicial que enfrenta, no por primera vez, al grafitero con un rival, dicen que empresario, quien ahora busca resarcimiento con una demanda por difamación. El asunto no está tan claro como pregona la prensa, ya que, en juicios anteriores, Banksy no declaró su nombre oficial ni compareció ante el juez. Haría, pues, falta un chivato que, a cambio de una recompensa, besara la mejilla del grafitero en algún huerto inglés de Getsemaní. Existe un sospechoso, un tal Robin Gunningham, aficionado al espray y delatado por ciertos compañeros de estudio, sin que la iniciativa denunciadora acabase de cuajar, entiendo que por falta de pruebas.

Más difícil es ejercer de Banksy en literatura, a menos que el escritor asegure el hermetismo del seudónimo renunciando a los honorarios. De otro modo, mediará un acuerdo editorial firmado, que revelará a la parte contratante la identidad del autor del libro. Si el producto se vende bien, generará beneficios. Habrá entonces movimientos bancarios e intervendrá Hacienda, poco amiga de ocultaciones. Esa cadena dineraria brinda posibilidades para que un indagador afanoso de privarnos del gustillo que daba el enigma despeje la incógnita y se vaya de la lengua, como sucedió en Italia con Elena Ferrante. Nosotros, más modestos, contamos con Carmen Mola, cuyos componentes, premio lucrativo por medio, se delataron a sí mismos.

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