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tribuna
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Tres generaciones en la Academia General Militar

A pesar de las diferencias con la situación actual, la formación militar del rey Juan Carlos inauguró un modelo singular que se sigue reproduciendo en Felipe VI y la princesa Leonor

Desde la izquierda, el entonces príncipe Juan Carlos en la Academia General Miliar de Zaragoza, en diciembre de 1955; el entonces príncipe Felipe en la Academia, en octubre de 1985, y la princesa Leonor, el pasado viernes en la misma Academia.Foto: EFE | Vídeo: EPV

El ingreso de la princesa de Asturias en la Academia General Militar de Zaragoza, cursando posteriores estudios en la Escuela Naval Militar de Marín y en la Academia General del Aire de San Javier, es buena ocasión para recordar cómo ha evolucionado la enseñanza militar desde que el abuelo de la Princesa, el rey Juan Carlos, ingresó en la misma Academia General como caballero cadete conforme a un Decreto de 21 de julio de 1955. Y también para comparar la enseñanza militar que conoció el actual rey Felipe hasta su nombramiento como teniente y como alférez de navío en 1989.

La enseñanza militar que conoció el rey Juan Carlos a partir de 1955 nos lleva a un mundo muy diferente del actual. La Academia General Militar había sido restablecida en 1940, en tanto que la Academia General del Aire se creó en 1943 y la Escuela Naval Militar había sido trasladada desde San Fernando a Marín. Eran tres centros docentes que dependían de tres ministerios militares, pues aún no existía el Ministerio de Defensa, pero tenían las mismas características: todavía no había mujeres alumnas, se ingresaba por oposición y la enseñanza se centraba en la formación militar y en la tecnología propia de cada ejército. Era también, como mostró Julio Busquets (El militar de carrera en España, Barcelona, 1967), una enseñanza impregnada de los valores de la dictadura para hacer del militar de carrera un servidor acrítico de un régimen donde las Fuerzas Armadas eran las vencedoras de una guerra civil y estaban orientadas a la defensa de ese régimen de enemigos exteriores e interiores. La carrera miliar era una profesión vocacional, pues el hecho de que los ejércitos fueran, junto a la Policía y a la Guardia Civil, el instrumento represor del régimen no significaba que sus profesionales vivieran en la abundancia y era habitual entre los jefes y oficiales el pluriempleo que, junto a los economatos y la vivienda en pabellones militares, les ayudaba a completar unas retribuciones siempre escasas. Ese era el ambiente docente e ideológico que conoció el rey Juan Carlos a quien se admitió en las tres academias mediante sucesivos decretos que le eximían de concurrir a la oposición aunque, como recuerda Paul Preston, por insistencia del general Martínez Campos, el futuro Rey acabó sometiéndose a los exámenes (Juan Carlos. El rey de un pueblo, Barcelona, 2022).

A pesar de las diferencias con la situación actual, el paso del futuro rey Juan Carlos por las tres academias inauguró un modelo singular que se sigue reproduciendo. Aunque no tenía otro estatuto que el de ser nieto del último rey de España e hijo del pretendiente al Trono, no cursó las mismas enseñanzas de formación que el resto de los alumnos sino que se concentraron en un solo curso las enseñanzas básicas de cada academia. Así lo repitió su hijo y lo repetirá su nieta, siendo esa la característica formativa militar más llamativa de las tres generaciones de la dinastía Borbón.

Muy distinto del de su padre fue el modelo de enseñanza militar del actual rey Felipe. La enseñanza militar ya dependía de un solo ministerio, el de Defensa, y, cuando el entonces príncipe de Asturias llegó a la Academia de Zaragoza, las Fuerzas Armadas había superado la crisis del golpe de Estado de 1981 y, gracias a la reforma de 1984 de la Ley de Criterios Básicos de la Defensa Nacional, el riesgo de la autonomía militar (expresada orgánicamente en la Junta de Jefes de Estado Mayor) estaba superado. El Gobierno de Felipe González, con los ministros Narcís Serra y Julián García Vargas, sobre todo, impulsó la modernización y democratización de las Fuerzas Armadas, descrita por el propio Serra en La transición militar. Reflexiones en torno a la reforma democrática de las Fuerzas Armadas, (Barcelona, 2008).

Y ese impulso incidió en la enseñanza militar con la creación, en el Ministerio de Defensa, de la Subdirección General de Enseñanza en 1984 y luego de la Dirección General del mismo nombre en 1987, unificando criterios y objetivos comunes que se articularon con la Ley de 1989 del Régimen del Personal Militar Profesional, aprobada pocos días después de que el rey Felipe accediera a los empleos de teniente y de alférez de navío. Por los principios y valores, por la integración en la Alianza Atlántica y en la Comunidad Europea y la idea asentada de que el Gobierno dirige las Fuerzas Armadas, la formación militar del actual Rey ya fue muy distinta de la de su padre, aunque no tuvo compañeras en las academias, pues la primera incorporación de mujeres se reguló en febrero de 1988, limitada a lo que ahora son los Cuerpos Comunes y a los ingenieros politécnicos. También persistió la peculiaridad de concentrar en un año toda la enseñanza de formación correspondiente a cada ejército.

La enseñanza que recibirá la princesa de Asturias, gracias a la Ley de la Carrera Militar de 2007, ofrece perfiles muy distintos de la que recibieron su abuelo y su padre. Por de pronto, su propia presencia en las academias está legalizada, pues el artículo 2.2 de esa ley prevé que el príncipe de Asturias pueda desarrollar la carrera militar con un régimen propio y diferenciado, como desarrolla el Real Decreto 172/2023, de 14 de marzo, que regula la formación y la carrera militar de la Princesa. En segundo lugar, la Princesa va a tener muchas compañeras pues desde la Ley de la Carrera Militar de 1999 las mujeres no tienen ninguna restricción en los cuerpos y escalas y en los empleos.

Pero lo más importante de la enseñanza que va a encontrar la Princesa en las academias militares, aunque no le afecta de manera singular, es el grado universitario que todos los aspirantes a oficiales cursan en los centros universitarios de la defensa, creados en cada academia mediante convenio con una universidad próxima. La impartición del grado universitario tiene además el efecto de modificar el modo de ingreso. Se ha pasado de la oposición a la aplicación de la regla de la nota de corte, como en cualquier universidad. El cambio es notable aunque no se aplique a la Princesa por las peculiaridades de su formación.

La llegada de la heredera a Zaragoza quizá sea buena ocasión para hacer un balance del nuevo modelo de enseñanza y sacar conclusiones que permitan profundizar en su dimensión universitaria, ofreciendo quizá más grados siguiendo el modelo de las grandes universidades militares estadounidenses y alemanas.


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