_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Lo que queda del gran duelo

Pronto se podrá ver si el debate contribuye a darle más electricidad a la campaña o termina por desmovilizar al electorado

PSOE Sánchez PP Feijóo
Sánchez y Feijóo se saludan al inicio del debate de este lunes.EDUARDO PARRA (Europa Press)
Pablo Simón

Los debates electorales son hitos en cualquier campaña. Son un entorno privilegiado para ver cómo se desenvuelve un líder político mostrando, en condiciones de igualdad, su carácter y atributos. Además, estos eventos tienen mucha más audiencia que cualquier otra acción de comunicación política, generando gran cantidad de información y eco en el resto de la campaña.

Cierto que estimar su efecto en el voto no es fácil. Un debate lo suele ver la gente más interesada y, por tanto, politizada, de ahí que casi siempre suela servir para reforzar la inclinación que se trae de casa (y que consideres vencedor a los tuyos). Como ocurre con las propias campañas electorales, su capacidad para cambiar el voto suele ser pequeña: 4% de media en agregado. Con todo, puede ser mayor en entornos de mucha volatilidad. Por ejemplo, en 2019 un 7,1% de los españoles dijeron que les afectó de algún modo los debates. De estos, la mitad dice que cambió su voto tras verlo.

En el bloque de economía, Feijoo llevó la iniciativa, un tema que apela al votante menos ideologizado, y que buscaba incidir en el punto fuerte del imaginario conservador (que alega gestionarla mejor). El arranque del debate fue el de una oposición a la ofensiva. En el bloque social, Sánchez ganó más cuerpo respecto a la posición del Partido Popular, en especial por afearle sus acuerdos con Vox. Este mensaje es el que buscaba para movilizar a la izquierda y con el que aspira a capitalizar el voto útil en su bloque.

Cuanto tocó hablar de pactos se notó la premisa falsa de la que partía el debate. Al fin y al cabo, manías de nuestro sistema parlamentario, hacen falta mayorías en el Congreso para gobernar nuestro país. La alusión continua de Feijóo a Bildu y los independentistas es útil para mantener activa a la (ya movilizada) derecha. La réplica de Sánchez con un rosario de declaraciones de dirigentes de Vox allí donde el PP ha pactado con ellos buscaba activar a los propios. En el tema territorial, en materia de instituciones y exterior, la sombra de los ausentes era alargada. Una pena no haber podido escucharlos también.

La polarización y el tono bronco del debate, ¿servirá para darle más electricidad a la campaña o terminará de desmovilizar a una parte del electorado que, en este contexto veraniego, coquetea con abstenerse? La respuesta la tendremos en el próximo tracking.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Simón
(Arnedo, 1985) es profesor de ciencias políticas de la Universidad Carlos III de Madrid. Doctor por la Universitat Pompeu Fabra, ha sido investigador postdoctoral en la Universidad Libre de Bruselas. Está especializado en sistemas de partidos, sistemas electorales, descentralización y participación política de los jóvenes.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_