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Anatomía de Twitter
Columna
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Lonas vo(x)ciferantes

Un anuncio vociferante le hace la campaña a la ultraderecha y deja claras sus intenciones respecto a sus adversarios políticos

Lona Desokupa Madrid
Lona de Desokupa en la calle Atocha en MadridJaime Villanueva
Nuria Labari

En la calle Atocha 75, frente a la estación de metro de Antón Martín, han instalado una lona que cubre el edificio entero y grita a toda la ciudad. Su protagonista es un varón voc(x)ciferante que ruge con la ira de quien solo sabe gritar, no hablar. El sujeto en cuestión representa al machote que todo lo brama y el mensaje que berrea está escrito en mayúsculas, como todo lo suyo: “TÚ A MARRUECOS. DESOKUPA ¡A LA MONCLOA!”. Una foto tamaño edificio de Pedro Sánchez comparte cartel con el energúmeno, para que quede clara su electoralista misión. Y, como no podía ser de otro modo, la lona ha viajado de Madrid al cielo de Twitter, donde otros vo(x)ceros comparten y expanden el mensaje de odio que aúlla desde el corazón de Madrid. Como Dani Dsk, que ha conseguido más de un millón de reproducciones del cartel xenófobo en la red social que tantas alegrías dio a Donald Trump.

La lona en cuestión la paga Desokupa, empresa privada que sostiene públicamente un discurso antiinmigración y antipobreza, cómplice de la ultraderecha en su ideología y ahora también en su campaña electoral. Así, su última misión empresarial parece ser echar al presidente del Gobierno a gritos, que no a votos. “No todo vale contra el adversario político. Pedro Sánchez no es un #okupa de la Moncloa sino un presidente legítimo”, argumenta Ignacio Cembrero con un tuit que intenta aportar algo de sentido común al despropósito. Aunque, desde mi punto de vista, lo importante ya no es el mensaje, sino el grito mismo: la negación de la palabra y el diálogo en plena campaña electoral, justo cuando los programas y las ideas merecen ser debatidos. Así, el significado de esta enorme lona está en la estridencia, no en lo que dice. “Márchate” no es decir, sugerir o proponer que te marches: es que si yo pudiera te echaría a patadas. Sin escucharte. Solo por el placer de echarte. A gritos, de un puntapié, porque es lo que quiero y porque puedo. Expulsarte, a Marruecos. Exterminarte, a base de insultos y alaridos. De esos gritos que son el preludio del odio, del golpe, del desalojo, de la razón por la fuerza.

A diferencia del grito de los vo(x)ceros, la palabra necesita al menos de dos intervinientes, uno que diga y otro que interprete. Si no hay nada que interpretar no se necesita a dos y por supuesto tampoco a más. Solo hace falta uno que grite. Por eso, cuando sobre nosotros reina un voc(x)iferante, ya sabemos lo que nos espera: el silencio. No el suyo, el nuestro. Hablaremos y nos gritarán. Pero cuando no hablemos también nos gritarán.

Los de la lona, igual que Vox, dicen que hablan de okupas, de alarmas o tranquileres, pero lo que de verdad nos están escupiendo es que quieren quitarnos la palabra. Eso es exactamente lo que proclama la ultraderecha, que nos van a hacer callar. ¿A quiénes? A cualquiera que les lleve la contraria, empezando por mujeres, inmigrantes y homosexuales. No se dialoga con alguien que grita: él no quiere y nosotros no podemos. Por eso, quienes pactan con Vox, están sentenciando el fin de la palabra para todos. Por eso, cada vez que el PP pacta con Vox nos está gritando que ha llegado la hora de los gritos de muerte, de exilio, de exclusión, para que prevalezca solo el hombre que grita. Se podría decir más claro —porque las intenciones se intentan ocultar— pero desde luego ya no más alto.

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Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.

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