Colau pierde el plebiscito en Barcelona
Se ha ido generalizando la sensación de que la transformación de la ciudad provocaba demasiados problemas y se ha dicho basta. Xavier Trias ha sido el candidato ideal de quienes querían volver al modelo antiguo
“¿Quién iba a imaginarse hace seis meses que estaríamos así?”. Con esas palabras empezó Xavier Trias su intervención como ganador. Durante los últimos días de campaña parecía improbable que el exalcalde pudiese ganar las elecciones municipales de una ciudad que lo respeta o lo quiere o le parece entrañable. ¿Quién lo iba a imaginar? Los sondeos, no. Tampoco los que empezaron a circular de manera frenética a partir de las seis de la tarde. No iba a ganar, pero ha ganado. Porque desde el primer momento leyó mejor que nadie la campaña, la planteó de manera simple y nítida. Sabía que las elecciones eran un plebiscito sobre Ada Colau y su modelo de ciudad. Y la ciudad, mayoritariamente, ha dicho no a la transformación en marcha.
Pasé parte del día en una fiesta de una comunidad de vecinos del Eixample, el barrio que define la Barcelona moderna. La fiesta se celebraba en el espacio paradigmático de convivencia de la mesocracia local: un terrat, lugar de encuentro recuperado durante el confinamiento. Gentes de todas las edades que llevan meses con las obras de la conexión del tranvía enfrente de su casa. No había en la escalera de mis suegros ni un solo vecino que votase a la alcaldesa. Se ha ido generalizando la sensación de que la transformación de la ciudad provocaba demasiados problemas y se ha dicho basta. Nadie lo dudaba.
¿Ha sumado Colau nuevos votantes a lo largo de los ocho años durante los que ha gobernado? Los ha ido perdiendo porque no conseguía contrarrestar ese malestar y porque las capas populares no percibían que su agenda urbana mejorase sus condiciones de vida. Pero además no ha sumado votantes nuevos por dinámicas más profundas que afectan a la mutación de Barcelona como ciudad global. Durante este periodo el censo se ha reducido aproximadamente en 80.000 personas. Durante los últimos cinco años, además, el 31,5% de los residentes en la ciudad han llegado a su vivienda actual: la gran mayoría son extranjeros, votan muy pocos. En Barcelona cada vez había menos barceloneses que puedan votar a Colau. No hay relevo.
Proporcionalmente, por edad, barrio y renta, hay más barceloneses que querían acabar con su modelo porque añoran el antiguo. Son los barceloneses propietarios. Los de los barrios donde más se ha votado, como podía detectarse ya con las primeras cifras de participación. Xavier Trias, en este sentido, ha sido su candidato ideal. No necesitaba concretar sus propuestas. Él era el no a Colau. Y, de hecho, el socialista Jaume Collboni, con la ambigüedad de sus últimos meses, ha restado potencia a la defensa del modelo del que él era también parte esencial. La cuestión que se planteará durante las próximas semanas es cuál es el modelo alternativo que permitirá a la ciudad enfrentarse a su principal reto: no seguir muriendo de éxito.
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