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Columna
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Comprar bebés

Busquen a ver si encuentran a alguna de esas felices preñadas por vocación que pasan por nueve meses de intenso proceso biológico para luego regalar a su hijo

vientre de alquiler
Ana García Obregón, en la presentación de la Fundación Aless Lequio, en febrero.ALDARA ZARRAOA (Getty Images)
Najat El Hachmi

Decía Ana Obregón en una entrevista en Icon que hay dos clases de personas: las que han enterrado a un hijo y las que no. Todos creímos que esa pérdida tan terrible y el dolor que comporta supondrían una madurez ética y moral. Puede que, muy ingenuamente, dimos por sentado que quien ha sufrido tanto habrá desarrollado una compasión profundamente humana, la misma que nos despertó la presentadora cuando falleció su hijo. Pues bien, comprobamos que no, que hay dos tipos de mujer en este mundo: las que entienden que gestar a un ser humano y parirlo es un acto importante con enormes implicaciones emocionales, físicas y mentales, con riesgos para la salud de la madre, un acto que no puede hacerse por dinero, y está ese otro tipo de mujer rica que cree que sus deseos están por encima de cualquier consideración, que tiene derecho a someter a otra mujer, siempre pobre, siempre desesperada, a la terrible explotación que supone convertirla en un simple horno donde cocer al bebé que luego va a considerar suyo, no porque lo haya parido o adoptado, sino porque lo ha comprado. Lo terrible de este caso es que una madre que sabe lo que es perder el fruto de sus propias entrañas, que ha vivido la maternidad en primera persona, pueda llegar al aberrante acto de arrancarle a otra madre la niña que ha alumbrado. Por si no hubiera indecencia suficiente en el hecho de comprar una hija por catálogo, encima la presentadora sale del hospital en silla de ruedas como si realmente hubiera sido ella la que ha pasado por el trance físico. Por si no bastara, muchos medios han titulado que “Ana Obregón es madre a los 68 años”, algo que no hace más que camuflar un delito de simple y llana explotación de las capacidades reproductivas de mujeres pobres, esas mujeres de las que, por supuesto, la prensa rosa nunca habla cuando un famoso “es” padre o madre por esta vía.

Me dirán los defensores de la muy simpática presentadora que existe la gestación voluntaria y altruista, por hacer un favor o un bien a la humanidad. Busquen a ver si encuentran a alguna de esas felices preñadas por vocación que pasan por nueve meses de intenso proceso biológico para luego regalar a su bebé como quien regala unas flores. No las van a encontrar, no existen. Lo que sí pueden encontrar con un solo clic es un enorme mercado de tráfico de niños y alquiler de úteros a disposición de quien pueda pagarlos.

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