_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Leña al moro

No hay nada más opuesto al espíritu deportivo que el racismo: el desprecio y el odio al oponente no se deben a su forma de jugar sino a lo que es

Marruecos España Mundial Qatar
La selección marroquí de fútbol mantea a su portero, Bono, tras el partido España-Marruecos en el Mundial.Europa Press
Najat El Hachmi

El deporte es una forma civilizada de encauzar la agresividad y el instinto natural de lucha. Mejor practicar alguna de las muchas disciplinas existentes que batirse en duelo al atardecer, arremeter a porrazos al vecino, enzarzarse en combates sangrientos o librar guerras mortales. Por eso el juego limpio tendría que ser siempre sagrado: para que esta forma pacífica de medirse con otro se aleje de los impulsos primitivos y potencialmente mortíferos. Cierto es que no todas las prácticas subliman del mismo modo nuestros instintos asesinos. No es lo mismo asistir a un elegante partido de tenis donde el respeto a las formas y la buena educación constituyen elementos fundamentales que contemplar las faltas, la teatralidad histriónica y los escupitajos de los futbolistas. Y a pesar de esto, incluso en el deporte rey rigen normas estrictas para que los partidos no se conviertan en batallas campales. Claro que no sé hasta qué punto esto se puede mantener cuando el fútbol tiene el poder económico que tiene hoy, un poder capaz de mover los principios fundamentales de sistemas como el democrático y que además, si uno lo observa objetivamente, tiene visos de verdadero opio del pueblo, eficaz sustituto de la religión.

Para que el juego sea fair play de verdad lo principal es el respeto por el rival. En el partido de Marruecos-España del pasado martes los profesionales se comportaron como tales, pero no se puede decir lo mismo de un sector de la afición del lado español. Que #leñaalmoro fuera tendencia en Twitter dice mucho de unos hinchas que se tomaban el encuentro como si de una nueva Reconquista se tratara. No hay nada más opuesto al espíritu deportivo que el racismo: el desprecio y el odio al oponente no se deben a su forma de jugar sino a lo que es. Es decir, que ni siquiera se acepta su existencia y más que competir con él lo que se querría es su aniquilación. Una simple búsqueda de “moros” en la red arrojaba la vomitiva expresión del odio desatado por este sector de los hinchas. No faltaban provocadoras fotografías de platos de jamón o menciones al Cid Campeador, e incluso a Franco, en lo que es un alarde de ignorancia por parte de quienes creen que el dictador tuvo malas relaciones con los moros. Algunos se preguntaban, al finalizar el partido, por qué españoles de ascendencia marroquí celebraban la victoria de su país de origen y no lamentaban la derrota de la Roja. Algo tendrá que ver, digo yo, el éxito del vergonzoso hashtag.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_