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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vencer al cáncer

Los buenos resultados de la investigación científica ratifican la necesidad de una financiación pública como política de Estado

Micrografía electrónica de barrido coloreada de un linfocito T.
Micrografía electrónica de barrido coloreada de un linfocito T.NIAID (NIAID)
El País

La hipotética penicilina del cáncer, o el remedio crucial contra él, no está en los planes de los oncólogos ni hay previsiones creíbles de que pueda llegar un hallazgo equivalente que haga con los tumores lo que el primer antibiótico de Fleming hizo con las enfermedades infecciosas. La guerra científica contra el cáncer no tiene otro remedio que ir atacando los problemas uno por uno. Pero esto no quiere decir que la enfermedad vaya ganando a la ciencia. El aumento de los casos no se debe al fracaso de la medicina moderna, sino precisamente a su éxito, porque cada vez vivimos más y el cáncer es una servidumbre de la edad, como el infarto y las enfermedades neurodegenerativas. De hecho, la mitad de los cánceres ya se curan, y la investigación para doblegar la otra mitad es muy activa.

El trabajo sobre el cáncer de colon publicado esta semana en Nature, dirigido por científicos del Instituto de Investigación en Biomedicina de Barcelona y financiación público-privada, es un buen ejemplo del progreso científico en este campo. El tratamiento actual se centra en la extirpación quirúrgica del tumor primario, el que está localizado en el colon, y la administración posterior de quimioterapia para matar las posibles células malignas que se hayan escapado a otros órganos y puedan causar allí metástasis (tumores secundarios). Son las metástasis, no el tumor primario, las que matan al 90% de los pacientes. Pese a la quimioterapia, un tercio de los pacientes de colon desarrollan metástasis unos años después de la operación. La nueva investigación aclara por qué y plantea un nuevo enfoque terapéutico aplicable a corto plazo.

En ese tercio de los pacientes, cuando el cirujano extirpa el tumor, las células malignas ya han escapado al pulmón, al hígado o a otro órgano. Todavía no han formado tumores apreciables, pero están ahí agazapadas, y por eso sobreviven a la quimioterapia, que solo ataca a células en proliferación activa. Pero son susceptibles a otra técnica, la inmunoterapia, donde son las defensas del paciente las que destruyen a las células cancerosas allí donde hayan anidado. La estrategia propuesta, por tanto, es aplicar la inmunoterapia antes de la cirugía. Funciona en animales, y un ensayo clínico en Países Bajos muestra buenos indicios en personas. Más aún, es muy probable que otros tipos de cáncer utilicen un sistema parecido para propagarse a otros órganos, lo que abre caminos inexplorados hasta ahora.

Lo que esperan los oncólogos es poder convertir el cáncer en una enfermedad crónica para mediados de siglo. Eso quiere decir que muchos pacientes vivirán con cáncer, pero vivirán, y con una buena calidad de vida. Es imposible saber qué avances habrá en las próximas décadas, pero desde luego no habrá ninguno sin un apoyo decidido y continuado a la investigación. Eso requiere financiación, inteligencia política y consolidar la confianza en la ciencia que en España ha empezado a cuajar en las últimas décadas.

La ciencia es un empeño internacional y requiere una colaboración permanente con los laboratorios de otros países. La dicotomía entre ciencia básica y aplicada debe superarse, porque siempre es la comprensión profunda de la naturaleza la que abre aplicaciones médicas y tecnológicas con poder transformador. Las potencias científicas mantienen su apoyo a la investigación incluso en las crisis económicas. Resultados tan sobresalientes como el obtenido por el equipo dirigido por el doctor Eduard Batlle son el mejor estímulo para reforzar la convicción de que la financiación pública de la investigación científica ha de ser una prioridad de Estado.


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