_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Rishi Sunak es blanco

Un señor criado en las mejores condiciones, que ha ido a los mejores colegios, con las mejores conexiones, ¿puede seguir viviendo de la herencia migratoria de sus abuelos?

El primer ministro británico, Rishi Sunak, se dispone a comparecer en Downing Street.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, se dispone a comparecer en Downing Street.Dan Kitwood (Getty Images)
Najat El Hachmi

Más blanco que usted y yo a menos que usted tenga una fortuna parecida a la del primer ministro británico. “Primer hombre de origen indio en llegar a este cargo” nos repiten sin parar, pero ¿cuánto dura esto del origen? ¿Cuántas generaciones tendrán que pasar para que resulte irrelevante? Un señor criado en las mejores condiciones, que ha ido a los mejores colegios, con las mejores conexiones, ¿puede seguir viviendo de la herencia migratoria de sus abuelos?

Lo que subyace al hecho de publicitar tanto la procedencia de Rishi Sunak son las corrientes de pensamiento multiculturalistas imperantes en el mundo anglosajón (de las que hace tiempo que nos contagiamos aquí). Según esta visión del mundo, existen en las sociedades abiertas grupos de personas discriminadas por su origen que sufren obstáculos más importantes que otras para progresar socialmente. Es un enfoque identitario que relega a un segundo plano algo muy aburrido, muy clásico: el asunto del dinero. Así es como se da por sentado que todos los pertenecientes a minorías van a tener dificultades para el ejercicio del poder mientras que cualquier “blanco” partirá siempre de una posición de privilegio. El mayor problema que plantea este enfoque identitario es fiarlo toda a la representatividad y suponer que si Kamala Harris es vicepresidenta de EE UU, las mujeres de color de su país van a ver solucionados todos sus problemas. Esta estrategia, orgullosa bandera enarbolada por las formaciones progresistas, está siendo fácilmente escamoteada por la derecha. La estrategia es tan simplona que basta poner un negro en Vox y nos lleva a situaciones como la de Italia, donde probablemente Georgia Meloni va a traer retrocesos en derechos y libertades para las mujeres. Otra forma eficaz de escamotear las políticas de identidad es tomando a miembros de las élites extractivas de los países de origen como representativos de los inmigrantes de la misma procedencia. Ni les cuento yo la de veces que he tenido que aguantar a escritores hijos de familias marroquíes ricas hablando como si hubieran llegado en patera.

Las políticas multiculturalistas e identitarias nos llevan de cabeza a este callejón sin salida en el que es más importante “ser” que pensar, argumentar, defender y llevar a cabo un determinado programa. Yo no quiero ser gobernada por “los míos” solo porque son “los míos”. “Un ciudadano, un voto” es todo lo contrario a la organización tribal: elegimos los cargos basándonos en ideas, propuestas, visiones económicas. “Los míos” son, en democracia, el resto de votantes y no aquellos cuyo tono de piel se parezca más al mío.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_