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Aflorismos

El psiquiatra Carlos Castilla del Pino dejó escritas 844 reflexiones que condensaron el pensamiento de sus libros y sus años

Carlos Castilla del Pino
Carlos Castilla del Pino, en una imagen de archivo.

“1.-La felicidad —ya me entiendes— no se encuentra; se construye”. Antes de morir, el psiquiatra Carlos Castilla del Pino dejó escritos 844 aflorismos que condensaron el pensamiento de sus libros y sus años. No quiso utilizar la palabra aforismo porque sentía que, en su despedida, era una propuesta de conclusiones cerradas. Prefirió el verbo aflorar para definir sus pensamientos como apariciones que abrían caminos. “15.- Convivir, una forma de inteligencia”. Carlos tenía razón. En un mundo inabarcable como el nuestro, el deseo de convivir en el bien común es una forma de inteligencia. Nos ayuda a pensar en cosas como los impuestos justos, el respeto a la diversidad y la vigilancia de los sectarismos. “92.- El odio, pasión autodestructiva”. Sí, una realidad y un aviso para los que fomentan el odio sin comprender que provocan la autodestrucción de aquello que dicen defender.

Carlos Castilla del Pino nació hace ahora 100 años. Siento que ya no solo me queda lejos el pasado, sino también el presente. “36.- Tratar de seguir vivo, es decir, estar en la vida: no solo vivir”. Aunque falleció en 2009, sigue estando en la vida el maestro que nos acompañó en las asambleas universitarias de los años setenta, mientras enseñaba a pensar en el carácter de los sentimientos y en la importancia de las situaciones sociales a la hora de decir soy yo. Busco en la estantería su Aflorismos. Pensamientos póstumos (Tusquets, 2009) y confirmo que (79) la vejez comienza donde no hay proyecto. Confirmo también (279) que la memoria es un instrumento con el que nos hacemos: somos lo que recordamos.

Ciencia y humanismo, números, palabras y cursivas. Inevitable Carlos todavía hoy. En la existencia diaria (523), dos clases de errores: de hecho (se rectifica y basta); de vida (mal asunto). Y en el mundo de las redes (528), ser dueños del propio pensamiento. El último aflorismo: ¿sabremos morir? Cuestión de residencias.

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