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tribuna
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Niñas y jóvenes reclaman su espacio político

En materia de género, al ritmo actual harían falta 155 años para alcanzar la igualdad. Vencer la inacción es fundamental

Una niña de 9 años, obligada a trabajar en una fábrica de ladrillos de Kabul.
Una niña de 9 años, obligada a trabajar en una fábrica de ladrillos de Kabul.Ebrahim Noroozi (AP)

Un octubre de hace más de 200 años se hacía pública la Declaración de los derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Su transgresor preámbulo manifestó que el olvido y el desprecio de los derechos de la mujer causaban los males públicos. Sus exigencias, sin embargo, se ignoraron o perecieron a merced de la tiranía de entonces; como le ocurrió a su creadora, Olympe de Gouges. Como pasa con tantas mujeres que piden participación mientras sus reclamos se olvidan y ellas caen en el ostracismo. Una realidad que denuncian los informes de Plan International sobre el estado de las niñas desde hace tres lustros.

Hoy el derecho internacional consagra la participación política de las niñas y de las jóvenes a través de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés), o de la Convención de los Derechos del Niño (CDN). Ya ninguna nación del mundo prohíbe formalmente votar a las mujeres, mientras que hasta 1960 solo la mitad de los países protegían ese derecho.

Pero sigue habiendo una brecha de género y edad en el liderazgo. 2021 fue el decimosexto año consecutivo de retroceso de los derechos políticos y las libertades civiles. Algo que ha sido acelerado por la pandemia de la covid-19 y el contexto de crisis superpuestas. Los efectos del cambio climático y la subida del precio de alimentos y combustibles derivados de los conflictos globales causan la mayor crisis del hambre de la historia. Ello afecta especialmente a las niñas y mujeres jóvenes, obligadas a renunciar al espacio público para cuidar del hogar, contraer matrimonio o ser madres de forma prematura.

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Esta realidad queda patente en el informe “Equal power now: Participación política de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes”, el estudio anual sobre el estado mundial de las niñas realizado por Plan International a partir de una encuesta realizada a cerca de 29.000 adolescentes y mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años, de 28 países, entre ellos España. Este demuestra que la práctica mayoría de las niñas y jóvenes de todo el mundo se sienten infravaloradas, menospreciadas y subestimadas por su edad y por su género. Su participación, cuando se permite, se queda en meras intervenciones testimoniales.

Tal y como revela el estudio, las niñas y mujeres jóvenes se enfrentan a continuas trabas en su acceso a los espacios de toma de decisiones. Nueve de cada diez entrevistadas dice no estar satisfecha con las decisiones de los políticos. En España solo el 14 % de ellas piensa que los políticos entienden su punto de vista y el 64 % ha perdido la confianza en ellos. De hecho, su frustración afecta a su salud emocional: el 42 % se sienten estresadas, preocupadas o nerviosas; y el 32 %, tristes o deprimidas. La situación es más crítica a nivel global, donde 19 % de las encuestadas han sido personalmente desanimadas para no tomar parte en política, y la mitad cree que su contribución no es aceptada por su comunidad.

A pesar de que sus ideas son tratadas con condescendencia, cuando no ignoradas, y aunque ellas son discriminadas, la mayoría de las niñas y jóvenes (95%) coinciden en la importancia de participar activamente. De hecho, ni el desencanto hacia la política formal ni el aislamiento que sienten impiden que la mitad de las encuestadas en todo el mundo (46%) diga participar en elecciones a todos los niveles para intentar transformar la realidad social, política, económica y cultural de sus comunidades.

Esta voluntad de participación queda plasmada en el trabajo de las niñas y jóvenes que forman parte de los grupos juveniles de Plan International, como el Youth for change (jóvenes para el cambio). Este grupo de jóvenes españoles de 16 a 22 años que no solo ha participado en actos realizados en parlamentos regionales y nacionales, sino que también se ha llevado sus peticiones a la Asamblea General de las Naciones Unidas o la conferencia de las partes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (COP25). Ellas son el motor que impulsa a nuestra organización para acelerar la igualdad de género.

Completada la primera década en que se conmemora el Día Internacional de la Niña, el compromiso que ellas muestran por temas como la pobreza y el desempleo, los conflictos, o el cambio climático es una prueba de su determinación incontrovertible por alcanzar sociedades más sostenibles, inclusivas e igualitarias. Sus reclamos hoy, como hace décadas y como hace siglos, es una forma de pedirnos paso. Nos exigen hacernos a un lado, abrir las puertas de parlamentos, ministerios y ayuntamientos, ocupar su espacio en la mesa de toma de decisiones, y respuestas a sus peticiones y necesidades.

Al ritmo actual de progreso en materia de género, se necesitarían 155 años para alcanzar la paridad en la política global. ¿Vamos a condenarlas al olvido otro siglo más con nuestra inacción?


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