Los dos Brasil enfrentados
El país está dividido entre los satisfechos y los parias de la sociedad
Ya quedan pocas dudas. Las elecciones presidenciales brasileñas de octubre próximo serán un duelo entre el actual presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro y el expresidente progresista, Lula da Silva. Al mismo tiempo servirán para pergeñar un nuevo país dividido y enfrentado como nunca en el pasado.
De un análisis realizado por Joelmir Tavares en el diario Folha de São Paulo a través de los numerosos sondeos electorales que se están llevando a cabo casi cada día, resulta claro que hoy existen dos países enfrentados que se reflejan en las categorías de votantes. Se desvanece así el mito del Brasil del futuro en el cual hasta Dios era brasileño y que aspiraba a ser el motor de América Latina.
El Brasil que está emergiendo de los sondeos, dividido salomónicamente, es, según Felipe Nunes, director de la empresa de sondeos electorales Quaest, un país rasgado no solo política sino también “social y afectivamente”. Algo que queda cada día más claro, analizando los votantes de los dos candidatos que acaparan el 80% de los votos, revelan que el Brasil de Lula es fuertemente mayoritario y podría decidir las elecciones ya en la primera vuelta.
El Brasil de Bolsonaro está compuesto sobre todo por los ricos, los blancos, los varones, los empresarios, los evangélicos y las Fuerzas Armadas. Y el Brasil de Lula, al revés, lo componen los más pobres, los negros, los que sufren el hambre, los desempleados, las mujeres, los jóvenes y los católicos.
Son dos Brasil hoy enfrentados que parecen irreconciliables no política sino socialmente. No es que el Brasil que anuncia su voto a Lula sea el Brasil democrático y el de Bolsonaro el fascista, ya que en ambos existen rasgos populistas comunes como los ataques a los medios de comunicación o ciertas convergencias económicas.
Para simplificar, Brasil está dividido entre los satisfechos y los parias de la sociedad. Y si es cierto que el Brasil bolsonarista es autoritario y hasta golpista, también lo es que el electorado más pobre y marginado que vota en Lula y que es mayoritario no lo hace tanto para defender los valores de la democracia, que a ellos les afecta poco en su dura vida de marginados. Le votan porque les queda el eco de sus gobiernos anteriores en los que se llegó a eliminar el hambre por primera vez en la historia y Brasil llegó a ser admirado en el mundo.
Una viñeta jocosa que recorre las redes sociales refleja gráficamente lo que sienten los más pobres frente a la inflación galopante del Gobierno que los está arrastrando a la miseria. En la viñeta aparece una parrillada pertrechada de carne y embutidos en abundancia y otra en la que hay solo huesos y patas de gallina. En la primera se lee: “Parrillada de Lula” y en la segunda “parrillada de Bolsonaro”.
Lo grave de este desgarro que vive el Brasil dividido es que el de Bolsonaro, que es el de los pudientes, coquetea con las Fuerzas Armadas a las que ha colmado de beneficios de todo tipo hasta los más hilarantes como ofrecerles viagra y penes artificiales gratis.
Bolsonaro amenaza con no aceptar una posible derrota en las urnas a las que considera fáciles de manipular a pesar de que fue en ellas donde fue elegido diputado y después presidente. Por ello ha pedido que sean los militares quienes controlen los resultados de las votaciones, algo que es inconstitucional. Es lo que ha llevado a la columnista del diario O Globo, Miriam Letao, que fue torturada durante la dictadura, a escribir que el silencio de las Fuerzas Armadas ante los ataques diarios de Bolsonaro a la democracia y sus amenazas de golpe es aterrador.
Y es esa la gran incógnita que vive el Brasil desgarrado, si el Ejército sabrá cumplir su misión dentro de los márgenes de la democracia y la Constitución, como lo ha hecho hasta ahora desde que acabó la dictadura militar, o si se dejará arrastrar por los devaneos del excapitán.
De todo ello se deduce cada día más que las elecciones presidenciales se han convertido en uno de los momentos más graves del Brasil moderno que podría ser arrastrado a un enfrentamiento no solo político y social sino también fratricida. En su primer encuentro con el presidente estadounidense durante la Cumbre de las Américas, Bolsonaro, amigo empedernido de Trump, llegó a humillarse para pedirle que le ayudara a que “Lula no ganara las elecciones”. El gesto creó espanto en los partidos y ya ha sido pedido que sea invalidada su candidatura.
Bolsonaro y sus seguidores más fieles y fanáticos están decididos a todo con tal de no perder las elecciones y que la izquierda vuelva a gobernar aunque se trate esta vez de una izquierda que llega a las elecciones de manos de partidos hasta del centro derecha.
Y por más que las fuerzas conservadoras del Congreso que han adoptado a Bolsonaro con la idea de poder controlar sus ínfulas golpistas hagan todo lo posible por “cristianizarlo” acaba siempre escapándosele de las manos. Estos mismos días ha vuelto con amenazas golpistas: “Si es necesario iremos a la guerra. Quiero al pueblo a mi lado”. Y lo quiere armado. ¿Simples bravatas o peligro real de arrastrar al país a un caos que comprometería no solo la democracia sino también su ya maltrecha economía y la imagen de un país que está perdiendo el orgullo de ser admiración en el mundo?
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.