Argentina y la crisis continua
La confrontación política en el seno del Gobierno dilata las soluciones urgentes contra los problemas energéticos
Las críticas a Cristina Fernández de Kirchner se pagan caro en Argentina. El presidente, Alberto Fernández, se deshizo durante el fin de semana de Matías Kulfas, quien desde el Ministerio de Desarrollo Productivo había cuestionado a la vicepresidenta. No es la primera vez que el entorno de Alberto Fernández, o hasta el propio Fernández, cargan contra Kirchner. La novedad es la velocidad con la que el presidente decidió excluir del Gabinete a un hombre leal y miembro desde la primera hora de su entorno más cercano. La salida de Kulfas se produjo apenas horas después de que criticase la política energética oficial, en manos de funcionarios que responden a Kirchner.
Argentina atraviesa una grave escasez de gas que la obliga cada invierno a destinar miles de millones de dólares al pago de importaciones. La guerra en Ucrania ha disparado la factura que el país sudamericano paga por sus compras en el exterior, poniendo en riesgo la reducción del déficit fiscal y la acumulación de reservas, dos compromisos que Argentina asumió ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar su deuda. A los problemas económicos derivados de la crisis energética, Argentina le suma, una vez más, el descalabro político, aunque el miércoles recibió la conformidad del FMI sobre el nivel de cumplimiento de sus compromisos para refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares.
Argentina tiene al alcance de la mano la salida a sus problemas energéticos. El yacimiento de Vaca Muerta, en el sur del país, tiene las segundas mayores reservas de gas no convencional del mundo y las cuartas de crudo. Pero el país carece de las infraestructuras necesarias para aprovecharlas. La política oficial se ha concentrado hasta ahora en promover inversiones en producción, atenta al gran potencial del yacimiento patagónico. Con un desarrollo de solo el 10% de sus posibilidades, Vaca Muerta produce 45 millones de metros cúbicos de gas por día, lo mismo que Bolivia, la gran potencia gasífera de América del Sur y hoy proveedora de Argentina. Los gasoductos existentes están colapsados por el exceso de producción y en las grandes ciudades el gas escasea. La construcción de un nuevo gasoducto debe ser una cuestión de Estado, sin importar el Gobierno que la realice. Pero se ha convertido en origen de disputas internas entre las fuerzas políticas que integran la coalición peronista que gobierna en Argentina desde 2019. Kulfas se despidió del cargo con una carta incendiaria de 14 páginas difundida a los medios de comunicación en la que puso en duda la transparencia de las licitaciones, realizadas por su Administración. Desde el kirchnerismo lo acusaron de no entender el sistema energético. Los cruces entre los hombres de Alberto Fernández y su vicepresidenta no hacen más que distraer la atención de problemas de fondo y demorar las soluciones que los argentinos reclaman con urgencia.
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