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La falta de gasoil lastra la producción agropecuaria en Argentina

La escasez es grave sobre todo en el norte del país, en medio de la temporada de cosecha de caña de azúcar, limón, maíz y yerba mate

Federico Rivas Molina
Crisis energética en Argentina: Un camión descarga granos de soja en una bolsa de silo en Chivilcoy, en las afueras de Buenos Aires
Un camión descarga granos de soja en una bolsa de silo en Chivilcoy, en las afueras de Buenos Aires, en abril de 2020.Agustin Marcarian (Reuters)

La gravedad de la situación amerita un semáforo. La Cámara que reúne a los empresarios del transporte, Fadeeac, ha pintado las provincias de Argentina del verde al rojo para advertir a sus socios sobre la escasez de gasoil. Ocho de ellas merecen el rojo, porque “hay muy bajo o nulo suministro en estaciones de servicio”. Otras siete están en naranja porque solo autorizan cargas de hasta 20 litros por camión y cuatro están en amarillo, con hasta 100 litros. Las que están en verde son solo cinco y se concentran en el extremo sur patagónico. La escasez de gasoil, o diésel, es especialmente grave en el extremo norte (Jujuy, Salta, Formosa y Tucumán), en plena cosecha, y en la cuenca sojera, donde Buenos Aires está en naranja y Entre Ríos y Santa Fe en rojo.

Los canales de noticias argentinos ocupan buena parte de su programación mostrando las filas de camiones que se forman delante de las estaciones de carga de combustible. Carteles improvisados advierten a los choferes que no podrán cargar más de 200 litros, las más generosas, y hasta 20 cuando la situación es crítica. Los camioneros inician a las cinco de la mañana un largo peregrinar por las ciudades, hasta que logran meter en el tanque lo que necesitan para el viaje. Argentina es un país de carreteras y distancias muy largas: trasladar mercadería desde Tucumán a Buenos Aires, por ejemplo, supone conducir 2.500 kilómetros, entre ida y vuelta. Un camión con acoplado necesita unos 800 litros de gasoil para semejante travesía.

Los problemas de transporte no son, sin embargo, los más graves. La escasez está complicando la producción agropecuaria en los meses en que el consumo es más alto, por las cosechas. Baste como ejemplo la zafra azucarera: un solo ingenio tucumano necesita seis millones de litros de gasoil para alimentar las máquinas de trabajo. Aunque en menor cantidad, también sufre la recolección del limón y la producción de maíz y yerba mate. La industria del campo no se ha detenido, pero trabaja al límite.

YPF es la petrolera estatal argentina. Abastece al 55% de todas las estaciones del país. Cuando falta combustible, todos miran hacia YPF. El miércoles, la empresa dijo en largo comunicado que la demanda de gasoil en abril pasado había sido más alta de la historia, hasta superar en un 15,1% la del mismo mes de 2019, previo a la pandemia. “Este aumento de la demanda de gasoil se vincula en forma directa con el aumento de actividad en segmentos como el agro y la industria y con un aumento en el consumo por una mayor demanda del transporte terrestre. Además, se observa una demanda extraordinaria asociada al consumo de vehículos de patente extranjera, en especial en zonas de frontera donde se registra un crecimiento que supera el 30%”, agregaron desde YPF.

El último punto tiene que ver con la llegada de coches y hasta tanques cisterna que ingresan desde Brasil o Paraguay para cargar en Argentina, donde el precio en dólares de la gasolina está por debajo del promedio regional. Un litro de gasoil en Brasil cuesta 1,42 dólares, contra 0,95 que se paga en Argentina.

El mercado de la gasolina está desregulado en Argentina, pero YPF funciona de hecho como un fijador de precios. Es normal que las petroleras privadas toquen sus pizarras solo cuando ya lo ha hecho la estatal, encargada de marcar el rumbo. El diferencial en dólares con respecto al mercado externo es una de las causas de la escasez, porque la producción local trabaja al límite de la pérdida. La falta de oferta obliga al Gobierno argentino a importar el 30% del consumo de gasoil interno, sobre todo en los meses en los que el campo trabaja a toda máquina.

El escenario se complicó especialmente para Argentina con el inicio de la guerra en Ucrania y la disparada de los precios de los combustibles. El jefe de ministros, Juan Manzur, prometió, no obstante, “importar más”. “Están los dólares que hagan falta para importar el gasoil necesario y que Argentina siga con su capacidad operativa”, dijo, evidencia de la gravedad del problema. YPF, mientras tanto, prometió subir la producción. Y el secretario de Energía, Darío Martínez, anunció una subida del 50% de las importaciones -que se hacen en nombre de YPF- “con el objeto de cubrir el cuello de botella al que nos está exponiendo el aumento excepcional de la demanda”.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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