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Elecciones en Brasil
Columna
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El miedo de Bolsonaro y el corazón del emperador Pedro I

El presidente de Brasil busca repatriar la última reliquia del “libertador” del país en un intento desesperado de ganar más votos y apoyo del Ejército

Juan Arias
Grabado de la ceremonia de coronación de Pedro I de Brasil, en Río de Janeiro
Grabado de la ceremonia de coronación de Pedro I de Brasil, en Río de Janeiro, el 1 de diciembre de 1822.Getty

Brasil celebrará este 7 de septiembre el 200 aniversario de su Independencia. El aniversario sucede días antes de las elecciones presidenciales del 2 de octubre, que se presentan como dramáticas y revestidas de incógnitas por la actitud del presidente Jair Bolsonaro de –un día sí y otro no– dar a entender que no aceptará el resultado en caso de derrota. Bolsonaro dice no confiar en las urnas, las mismas que le dieron la victoria en 2018 con uno de los mecanismos de recuento de votos más rápidos y seguros del mundo.

El temor del presidente es que, si es derrotado, podría acabar en la cárcel. La gran obsesión de Bolsonaro tiene fundamento en que acumula la friolera de 160 acusaciones penales, de las cuales 44 recaen sobre su conducta durante la pandemia. El presidente, considerado un genocida por la manera de afrontar el coronavirus que se ha cobrado cerca de 700.00 víctimas mortales en el país, reacciona ante las acusaciones fuera de sí. Este mismo lunes, ante 700 empresarios en un evento en São Paulo, gritaba: “Dicen que voy a acabar en la cárcel. Por dios que está en los cielos, yo nunca iré preso”. Después afirmaba que se siente imbroxável, es decir, inmortal. Ante la posibilidad de perder el poder, Bolsonaro tiene un mantra: “De aquí solo Dios me echa”.

Mientras amenaza de dar un golpe si pierde las elecciones, el presidente está intentando traerse de Portugal el corazón del emperador Pedro I, que se conserva en una iglesia de la ciudad de Oporto en una especie de relicario y que cada 10 años recibe unas inyecciones de cloroformo para su conservación.

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La idea de traer el corazón de quien proclamó la independencia del país está ya en marcha, según ha revelado la prensa brasileña. Para ello ha sido movilizado el Ministerio de Asuntos Exteriores, que estaría ya en tratativas con el Gobierno portugués. La urna transparente con el corazón del emperador apodado “el libertador” sería transportada en un avión de las Fuerzas Armadas brasileñas.

La idea tiene un evidente trasfondo político. Bolsonaro, el primer presidente militar de la democracia, defiende desde que era un diputado desconocido las ventajas de la dictadura que, según él, “devolvió a Brasil las libertades perdidas”, y quiere aprovechar los 200 años de la Independencia para repetir lo que los militares hicieron en 1972, cuando se trajeron de Portugal el cuerpo insepulto del emperador. Brasil vivía entonces una aparente euforia nacional. Había ganado la Copa del Mundo en México y la dictadura hablaba de una muy supuesta prosperidad económica, que encubría las sombras de las torturas y ejecuciones de los que eran considerados “comunistas” y “enemigos de la patria”.

La llegada del cuerpo del emperador fue entonces un gran acontecimiento. Sus restos insepultos tuvieron un imponente velatorio nacional al recorrer medio Brasil. Hasta en las escuelas se organizaron actos de celebración y clases para explicar cómo el emperador Pedro I, con su famoso grito de “Independencia o muerte”, fue quien dio la Independencia a Brasil. El acto quedó inmortalizado en una pintura monumental de 31 metros de Pedro Américo.

La prensa brasileña ha visto en la intención de Bolsonaro una cortina de humo para esconder las dificultades en las que se encuentra su candidatura. Mientras todos los sondeos dan como ganador a Lula da Silva, la llegada del corazón del emperador significaría una repetición de las conmemoraciones que hace 50 años organizaron los generales de la dictadura para encubrir sus atrocidades.

Según ha escrito la historiadora Joana Monteleone en Forum, “si en 1972 el entierro macabro de Pedro I fue una tentativa de esconder las muertes y torturas, ahora en 2022 la llegada del corazón del monarca intentaría encubrir la nueva ola de muerte provocada por la gestión desastrosa de la pandemia, la destrucción de la Amazonia y el hambre fruto de una suicida política económica”.

Bolsonaro colocó (y cubrió de privilegios y prebendas) a más de 6.000 militares en el Gobierno y en las instituciones del Estado, y hoy cuenta con gran parte del apoyo del Ejército. Su intento de repatriar el corazón de Pedro I es un intento de fortalecerse en las urnas, al mismo tiempo que intenta ganarse todo el apoyo militar posible para resistir en el poder en caso de que pierda las elecciones.

Mientras tanto, muchos de los que habían votado por él en 2018 viéndolo como un renovador de la desgastada clase política, un adalid contra la corrupción y un político capaz de dinamizar la economía, hoy se admiten arrepentidos

Días atrás, una mujer sencilla y desconocida sorprendió a la opinión pública al pedir en lágrimas perdón en las redes sociales por haber votado en Bolsonaro. Reveló que quedó horrorizada cuando en pleno auge de la covid, el presidente llegó a imitar con aire jocoso los estertores de los que en el Estado de Amazonia morían asfixiados por falta de oxígeno debido a la incuria del Ministerio de Sanidad. Se trata, en efecto, de uno de los innumerables crímenes que se le atribuyen al presidente en la desastrosa y criminal conducción de la tragedia y por los que teme poder acabar en la cárcel y hasta condenado en los tribunales internacionales si saliera del poder.

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