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La supervivencia de la especie, en manos de uno de sus peores especímenes

La guerra climática en la Amazonia no tiene poder atómico, pero puede acabar con la humanidad

Deforestación ilegal en la Amazonia
Una imagen aérea muestra un árbol solitario en una zona deforestada cerca de Porto Velho, en el Estado de Rondonia (Brasil), en agosto de 2020.UESLEI MARCELINO (Reuters)
Eliane Brum

En el pasado, Brasil era visto como el país del futuro. Hoy, Brasil se ha convertido en el país que puede hacer que la humanidad no tenga futuro. No parece que la comunidad mundial haya entendido esta realidad evidente. Si la hubiera comprendido, a la guerra climática que se está llevando a cabo en estos momentos en la Amazonia y en Brasil, dominados por Jair Bolsonaro, se le daría tanto relieve como a la guerra que le ha declarado la Rusia de Vladímir Putin a Ucrania. Consciente de encontrarse en el escenario del mayor desafío mundial, el Supremo Tribunal Federal de Brasil inició, el 30 de marzo, la votación de un paquete de siete acciones climáticas, la mayoría relacionadas con la Amazonia. La corte pretende hacer frente a una escalada de destrucción que, durante los tres primeros años de gobierno de Bolsonaro, ha aumentado la deforestación en un 138% en las tierras indígenas y en un 130% en las unidades de conservación. Estas áreas, al estar protegidas por la Constitución, son “áreas de seguridad del clima”, como enfatizó Mauricio Guetta, abogado del Instituto Socioambiental. Y están siendo destruidas por una serie de acciones y omisiones calculadas de Bolsonaro, de las que se han beneficiado corporaciones extractivistas de Europa y Norteamérica.

Algunos de los más destacados científicos del clima afirman que la selva amazónica llegará al punto sin retorno cuando se haya destruido entre el 20% y el 25% de su territorio. En este momento, ya se ha devastado el 20% de la selva. A la vez, este lunes, el nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha mostrado que solo quedan tres años para controlar el sobrecalentamiento global. Si la Amazonia no puede actuar como selva en la regulación del clima y la absorción de carbono, las probabilidades son escasas. Dada la velocidad con la que Bolsonaro y su Gobierno destruyen la Amazonia, es posible que en 2025 la selva ya sea pasado.

La tragedia de la que el mundo tarda en despertar es que la supervivencia de la especie está en manos de uno de sus peores especímenes. Aunque los magistrados de la Corte Suprema de Brasil demuestren estar a la altura de su responsabilidad histórica y Bolsonaro encuentre una barrera, no será suficiente para detener su proyecto de destrucción si consigue la reelección en octubre. Desde la redemocratización del país, todos los presidentes que terminaron su primer mandato fueron reelegidos. En este momento, Luiz Inácio Lula da Silva sigue liderando los sondeos, pero la diferencia entre los dos ya ha empezado a reducirse. Que la victoria de Viktor Orbán en Hungría sirva de alerta: cuanto más dudan las democracias, más avanza la extrema derecha fascista. Si Bolsonaro sale reelegido, la Amazonia será borrada del mapa mundial. La guerra climática no es atómica, pero tiene poder para condenar a la humanidad a la extinción.

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