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tribuna
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Cómo deshacer el Brexit. Manual de instrucciones

Los conservadores culminaron la salida del Reino Unido de la Unión Europea, pero no fueron capaces de concretar una estrategia para después. Esto refuerza los argumentos a favor de su revocación

Brexit
Unos manifestantes contrarios al Brexit protestan frente al Parlamento en Londres, el pasado 9 de febrero.TOM NICHOLSON (REUTERS)
Wolfgang Münchau

La tragedia del Brexit es cada vez más evidente: los que más lo querían no han sabido qué hacer con él. Boris Johnson veía en la salida de la Unión Europea su principal legado, pero se le olvidó hacerse la pregunta más importante: y luego, ¿qué?

Consideremos primero qué podría haber hecho el primer ministro. Podría haber empezado por liberar al Reino Unido de las normativas comunitarias con el objetivo específico de promover un modelo económico determinado. El thatcherismo no es un modelo económico. Ahora todos somos más o menos thatcheristas. Por modelo económico entiendo algo diferente. Por ejemplo, uno que favorezca a las pequeñas empresas de alta tecnología. Eso requeriría cambios en el impuesto de Sociedades, la privacidad de los datos y las libertades digitales. Sería lo contrario de la política industrial de la UE, orientada a la protección.

El Reino Unido podría gastar más dinero en sus excelentes universidades, y en investigación y desarrollo. Podría modernizar su antediluviano sistema educativo y enseñar a los niños aptitudes para el siglo XXI. Podría llevar a cabo una reforma de la agricultura, un proyecto que la Unión Europea va a ir postergando eternamente. Después de la energía, el sector agrícola será la siguiente etapa de la revolución verde. Se podrían diseñar estrategias diferentes de la que yo he esbozado. La que yo propongo se basa en lo que Reino Unido ya tiene, y es básicamente no ideológica.

Ya sé que la covid se ha entrometido. El mundo ha perdido un año. Pero esto no explica la persistente inacción. El verdadero fracaso de Downing Street no son las fiestas, sino no haber aportado un poco de pensamiento estratégico a lo que seguiría al Brexit. Se conformaron con lo simbólico, con los pasaportes azules y las medidas imperiales, y cerraron acuerdos comerciales con países lejanos con lo que apenas comerciamos.

Coincido con lord Adonis, presidente del Movimiento Europeo: si Boris se va, se acabó el Brexit. Esto no va a pasar dentro de poco, por supuesto. Y no ocurrirá de manera directa. Pero si ocurriera en un futuro lejano, la marcha de Boris Johnson se consideraría el primer paso, al igual que el Brexit empezó cuando Margaret Thatcher pronunció las palabras políticamente fatales sobre la integración europea en la década de 1990: No, no, y no.

Sir Keir Stramer no devolverá el Brexit a la agenda política, pero hay un gran paso que sí que dará si sale elegido: renegociar el tratado de comercio y cooperación entre la Unión Europea y el Reino Unido. Hay múltiples relaciones posibles. Se puede ser miembro del mercado único y no de la unión aduanera, como Noruega. O al revés, como Turquía. La UE, mortalmente ofendida por el Brexit, fue inflexible en las negociaciones, pero ahora también está empezando a contar los costes de la salida del Reino Unido en términos de pérdidas comerciales e influencia en el mundo. El mermado papel de la Unión a escala mundial está quedando dolorosamente claro en el actual conflicto con Rusia. Otra generación de líderes europeos podría tener una visión de la relación con el Reino Unido muy diferente de las de Michel Barnier y Ursula von der Leyen, por ejemplo.

Pertenecer al mercado único conlleva una pérdida de soberanía en materia de emigración. Ser miembro de una unión aduanera no la conllevaría. Esto haría suponer, a primera vista, que un Gobierno laborista podría negociar una unión aduanera con la UE. Podría hacer algo más. Espero que el debate sobre la emigración cambie en el momento en que haya un problema de inflación. Los envejecidos países del norte de Europa necesitan como el agua la llegada de emigrantes para evitar que los costes salariales colapsen. La generación mayor, con sus ingresos fijos, es la que más puede perder si los precios suben. Yo creo que el debate sobre la emigración dará un vuelco en algún momento. Empezaremos compitiendo por la mano de obra, y al final el Reino Unido necesitará un régimen de emigración mucho más liberal que el que tiene ahora. Además, será lo que querrá la gente. La emigración estará mejor vista, incluso en el norte.

La manera más fácil de conseguirlo sería entrar en el mercado único. Si no se tiene una estrategia normativa propia, sería la mejor opción. La nueva relación no puede resumirse en un único epígrafe, como en el caso de Noruega o Turquía. Podría haber un acuerdo de asociación que abarcara las cuatro libertades: de comercio, de servicios, de capital y de mano de obra. También se extendería a una relación mucho más estrecha en materia de política exterior. Sería un gran incentivo para la Unión Europea.

En el pasado, el argumento más contundente contra la pertenencia al mercado único tenía que ver con el derecho al voto: el Reino Unido estaba sujeto a las normas de la UE, pero no tenía voto. Un acuerdo de asociación duradero tendría que incluir derechos de codecisión en los ámbitos en los que participa el Reino Unido, y cláusulas de exclusión en los que no participa. Si el objetivo del acuerdo de asociación es llegar a formar parte del mercado único en el futuro, todo esto no tiene importancia. De todos modos, el nuevo miembro tendría que aceptar toda la normativa.

Otro referéndum sobre la adhesión podría quedar muy lejos todavía. Si consideramos la década de 1990 como el momento en que el euroescepticismo adquirió carta de naturaleza, hasta la consulta sobre el Brexit pasaron 25 años. Su revocación total podría tardar también su tiempo, pero a lo mejor no tanto. No hay que subestimar el poder de las perturbaciones previsibles como la inflación, el clima extremo y las pandemias. Y no subestimemos tampoco las necesidades de los sectores industriales y financieros más prósperos del Reino Unido. Si el Reino Unido no saca partido de sus libertades normativas, puede que le fuera mejor dentro de la Unión Europea.

Por eso lord Adonis tiene razón. Si los conservadores no lo gestionan bien, yo también imagino que el Brexit habrá llegado a su fin. La negligencia será la causa de su muerte.

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