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DEFENSOR DEL LECTOR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los lectores también aplauden

La marcha de una treintena de colegas brinda la ocasión de repasar elogios dedicados al periódico

Carlos Yárnoz
Un soldado ucranio, durante una guardia el día 25 cerca de Donetsk, la ciudad controlada por milicias prorrusas.
Un soldado ucranio, durante una guardia el día 25 cerca de Donetsk, la ciudad controlada por milicias prorrusas.STANISLAV KOZLIUK (EFE)

En estos tres años como Defensor del Lector he recibido miles de críticas de quienes se asoman a nuestros textos con la confianza de que les contaremos cuestiones relevantes y bien escritas. La inmensa mayoría de esos reproches han sido merecidos. Los lectores ejercen así su derecho a exigir la calidad que les promete el periódico, obligado por su parte a atenderles y publicar sus quejas en un ejercicio de transparencia que refuerza la credibilidad del medio. Eso es lo previsto, lo pactado. Lo que está fuera del guion, lo excepcional, es que algunos escriban para elogiar piezas del diario, para ensalzar a los periodistas. Ha llegado un momento adecuado para contarlo.

Resulta una ocasión propicia para hacerlo porque una treintena de colegas optaron a mediados de mes por acogerse a un plan de bajas incentivadas tras haber contribuido durante décadas a que EL PAÍS sea el mejor diario del mundo en español. Los elogios les corresponden también a todos esos informadores, editores, confeccionadores, fotógrafos…, porque un periódico es el producto de un colectivo esfuerzo de toda la Redacción.

Casualmente, la cosecha de felicitaciones ha sido fructífera este enero. Enterada por las redes de ese adiós colectivo, la lectora Dolores Gauna escribió para dar las gracias “por todos esos años de buen hacer profesional y por haber defendido la democracia y las libertades”.

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El lector Javier Muñoz Álvarez, conocido en el canal del Defensor por sus aceradas y razonadas críticas, ha enviado estas semanas varios mensajes laudatorios. Uno, por la pieza de Andrea Rizzi sobre las claves de la crisis de Ucrania. “Nos ha parecido una aguja de marear imprescindible para orientarnos en el océano informativo; buen periodismo”.

Ese lector había escrito días antes esto sobre el área de Cultura: “La sección se abre hoy con un artículo titulado Paul Klee y Goya, una obsesión en progresión geométrica. ¡Chapó! Merece también elogio el artículo Molière cumple cuatro siglos en estado de gracia, de Margot Molina”. De paso, pedía al periódico más prescriptores en esa zona, más expertos “que nos abran puertas”. “Si quien prescribe”, añadía, “es Ángeles García, Álex Vicente o Manuel Rodríguez Rivero o…, miel sobre hojuelas”. Para redondear, calificaba de “necrológica ejemplar, antológica”, la escrita por María Antonia Sánchez-Vallejo sobre Mikis Theodorakis.

Óscar Caballero, que pocas veces se dirige al periódico, entendió el pasado día 2 que merecía la pena hacerlo para alabar un texto. Acertó por partida doble porque, sin percatarse, aportó la imagen del relevo. Entre quienes ahora han dejado la Redacción, figura Mabel Galaz, cuya firma está en el número 1 del periódico —el 4 de mayo de 1976—, pero la felicitación, con “una gran salva de aplausos”, iba dirigida a Elena San José, una alumna en prácticas del Máster de EL PAÍS-UAM, por su “brillante y magnífico” artículo titulado La mentira se instala en el Congreso. “Ese sí es el periodismo que espero; ese sí es EL PAÍS que yo quiero”, enfatizaba Caballero.

Elogios también para columnistas, el colectivo que más críticas concita. El lector Jesús Pérez Cavero, contaba Muñoz Álvarez este viernes, “me convence todas las semanas de que Xavier Vidal-Folch podría pasar por ser una de las grandes firmas de Le Monde”. Y Francisco Altemir dijo el día 9 que, gracias a un artículo de Elvira Lindo de ese día, decidió mantener su suscripción al diario. “Me reconcilia con EL PAÍS”, dijo, en alusión a una columna sobre las macrogranjas.

El tema de las macrogranjas originó otros parabienes. “Gracias y enhorabuena a quien corresponda”, escribió Ana Gómez, “por el reportaje sobre las macrogranjas y la entrevista al ministro Garzón”. Por su parte, Jesús García Callejo, que a menudo ha criticado con datos las estadísticas sobre la pandemia, calificó esta vez de “muy buen artículo” uno de Pablo Linde dedicado a la sexta ola.

La sección más valorada suele ser la de Internacional. Laura Sergio de Paula lo hace y por eso exige mayor esmero en esa área: “Hagan el favor de cuidar más lo mejor que tienen”.

Críticas y elogios persiguen el mismo objetivo: mejorar el periódico. La Redacción tiene ese objetivo permanente y el lector Argimiro Solera lo valora: “Enhorabuena por lo que hacéis, por las mejoras constantes que todos podemos apreciar y por vuestro esfuerzo en corregir lapsus o errores, muchas veces inevitables”. Los periodistas deben evitarlos en beneficio de esos lectores cuyo interés, como dice el Libro de estilo, prevalece sobre todos los demás. Con esa referencia han trabajado muchos años los profesionales a los que la Redacción y muchos lectores ya echan de menos. Gracias y suerte.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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