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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Google, por favor

Las redes han sido siempre una gran plataforma para las nostalgias. Las hay de todo tipo: antiguas, pero también de antes de ayer

Una niña disfrazada de bruja por Halloween, el pasado 31 de octubre en Madrid.
Una niña disfrazada de bruja por Halloween, el pasado 31 de octubre en Madrid.Ricardo Rubio (Europa Press)

Estos días andaba la conversación (diálogo, discusión, pelea, batalla, da igual) en redes entre los del Día de Todos los Santos y los de Halloween. Los primeros con las confiterías y los huesos de santo y los buñuelos y la visita al cementerio, pero por el día; los segundos con dulces industriales y vestidos de cualquier cosa salida del cementerio, pero por la noche. Una fiesta religiosa, una fiesta pagana. Una fiesta tradicional, una fiesta importada. La misma batalla de todos los otoños.

Esta vez, sin embargo, Twitter discutía mucho sobre la romantización de las viejas costumbres. Este tuit sintetiza en una frase el fondo de la discusión: “La nostalgia, el photoshop de la memoria”.

Las redes han sido siempre una gran plataforma para las nostalgias. Quizás llamándola vintage la nostalgia está más tolerada. Hay cuentas maravillosas dedicadas a viejas fotos de Madrid, las hay dedicadas a dar color a fotos antiguas; hay otras muy duras, como las del movimiento tradwife (mujeres que reivindican la nostalgia de un mundo donde las amas de casa eran sumisas y serviles a su marido e hijos). Y las hay modernísimas. En Instagram, por ejemplo, verán ustedes cuentas de moda que crean vestidos casi menonitas o inspirados en la tradición judía convertidos en lo más vanguardista y verán también perfiles de quienes construyen sus casas con sus propias manos vestidos con petos de Carhartt. Los que beben solo vinos naturales y los que cultivan su comida con el compost que ellos mismos fabrican (y taguean como #realfood, comida de verdad) son el colmo de la modernidad.

Pero también hay una nostalgia más reciente. La añoranza de los noventa y el grunge se plasma en cuentas que recopilan fotogramas de películas de River Phoenix y las fotografías de Mario Sorrenti de una escuálida Kate Moss. Y hay nostalgias nicho. Las 43.000 publicaciones tagueadas con #SusanSontag muestran como la biografía de Benjamin Moser ha consagrado definitivamente a la escritora como icono pop. La estética conocida como Y2K (en referencia al año 2000) es en este momento una tendencia: se trata de recuperar la vestimenta de los primeros dosmiles, y el resultado pasa incluso por reencumbrar a ídolos de entonces, como Britney Spears. En resumen, no hace falta remontarse a tiempos lejanísimos. Como explicaba Jia Tolentino en una entrevista en Vogue, se puede sentir nostalgia de antes de ayer: “Nosotros somos los últimos que hemos tenido una ligera noción de lo que era la vida analógica antes de llegar internet. Esto afecta a nuestra nostalgia. Como todo cambia muy rápido, tenemos una nostalgia acelerada. Podemos sentirnos nostálgicos de algo que ha pasado hace dos años, porque el mundo entero ha cambiado”. Claro que hay nostalgias ideológicas. Pero, ¿y si la propia nostalgia fuera en sí misma una ideología?

La nostalgia acelerada es una consecuencia de la también acelerada creación de nuevas costumbres. Mi favorita es sin duda la de la abuela del usuario @javiergallurt que pide a Google las cosas por favor. Gallurt tuiteó una captura de pantalla de una búsqueda que había hecho su abuela. “La misa hoy sábado por favor”, escribió. El tuit, que merece un premio a la concordia, acumulaba en 24 horas más de 220.000 me gusta y 12.000 retuits. Hace unos años otro nieto orgulloso subió un pantallazo de su abuela dando las gracias a Google que también se hizo viral. Viejas nuevas tradiciones, bienvenidas.

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