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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Twitter ni olvida ni perdona

El debate sobre el color del humo de la Patrulla Águila al dibujar la bandera de España quedará para siempre en la retina de quienes siguieron el desfile de las Fuerzas Armadas por la red social

Patrulla Aguila desfile 12 octubre
Aviones de la Patrulla Águila, la unidad acrobática del Ejército del Aire, sobrevuelan el palacio Real de Madrid.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Debe de ser un coñazo, sí. Horas sentado en unas gradas endebles bajo el ruido de los aviones, asistiendo serio al paso militar. Nadie culpa a Rajoy de ser tan sincero, ni de ser tan Rajoy. De hecho, como cada año desde hace 13, alguien en Twitter recuerda la famosa frase “mañana tengo el coñazo del desfile” que dijo a micro abierto, sin saberlo, el entonces presidente del Gobierno a Javier Arenas en la clausura de la XIII Interparlamentaria del PP de 2008.

Ayer estaban copadas las redes con el desfile. Como es habitual, la misma pelea ideológica que se daba fuera, se reflejaba dentro. Dos etiquetas enfrentadas. Los #12-O haciendo #patria (confieso que esta etiqueta me despistó, porque es leer Patria y pensar en Bittori, ya saben), y por el otro lado los que se agrupaban bajo el #nadaquecelebrar recordando la colonización, la dominación y la esclavitud a la que fueron sometidos los pueblos indígenas latinoamericanos, negándose a participar en los fastos.

De pronto, giro de guion. Lo que previsiblemente iba a cumplir al dedillo la descripción de Rajoy se transformó en jolgorio virtual. ¿Es eso humo morado? ¿Es una bandera republicana? La respuesta corta es no, pero en Twitter importan bastante poco las respuestas cortas porque lo que quieren sus usuarios es utilizar los hechos para interpretarlos a su antojo y de esta forma refrendar sus teorías. Se llama cámara de resonancia, pero eso ya lo saben. El tuit con los cazas dibujando una bandera española de dudoso rojo se hizo viral rápidamente. Me hizo gracia pensar que el humo de un caza es el nuevo vestido blanco o azul, aquel vestido que causó debates encendidos en las redes y que algunos veían blanco y dorado, clarísimo, y otras personas azul y negro, sin ninguna duda. Entonces supimos, nos lo explicaron, que no todas las personas veíamos los mismos colores, pues depende de los atajos de nuestro cerebro que ejecuta ciertas correcciones para adaptar la visión a la luminosidad y al espacio. Ahora hay que añadir otra razón, la ideología.

El humo morado puede tener muchas explicaciones, el ángulo del vídeo (no se ve del mismo color en todas las tomas), un efecto óptico por la luz, el reflejo del sol, el cielo; la composición del gas; una diferencia en la tintura, en el pigmento, pero poco importa. Ya no estamos 2015, cuando el color de un vestido era solo un juego divertido. Ya no hay una discusión inocente ni siquiera para hablar de colores, o menos aún para hablar de colores. Lo del cristal con que se mira: muy Twitter.

La etiqueta #patrullaaguila ya era a media tarde una tendencia por encima de otra extrañamente relacionada con el desfile, #Leonor. Los tuits sobre lo afortunada que era la princesa de Asturias por no haber asistido a un acto que al parecer no solo a Rajoy le resulta aburrido llenaron los timelines de aquellos que siguieron el desfile a través de Twitter (los caminos de la información son inescrutables).

La Patrulla Águila sobrevolando el cielo de Madrid quedará para siempre fijada en la retina de los usuarios de esta red social, como algunos otros momentos entre la casualidad, la metedura de pata, la irreverencia y el humor. Recuerden el himno de Riego en la Copa Davis en 2003 y el “viva Honduras” de Trillo en Irak. Es imposible que esto a nadie le parezca un coñazo.

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