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columna
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Por brujas

Cierto que los gañanes cada vez son menos, creo, pero también que están envalentonados y hacen más ruido

Luz Sánchez-Mellado
La diputada del PSOE Laura Berja, este martes en el Congreso de los Diputados.
La diputada del PSOE Laura Berja, este martes en el Congreso de los Diputados.Alejandro Martínez Vélez (Europa Press)
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Un diputado de Vox provoca un altercado en el Congreso tras llamar “bruja” a una del PSOE

Hay un subtipo de señores de todas las siglas y edades para quienes, menos sus madres, hermanas, esposas e hijas, que son sagradas, el resto de mujeres son sospechosas por el hecho de no haber nacido con testículos. Muchos, casi todos, van de incógnito y, si no se les provoca, que dirían ellos, se muestran respetuosos, igualitarios, coleguitas, incluso, con las señoras. Pero, en cuanto una saca los pies del tiesto, de su tiesto de ellos, la ponen en su sitio desde su superioridad cromosómica, a ver quién cojones se ha creído que es la tía esa. Es entonces cuando se retratan en toda su misoginia. Si se muestran firmes en sus convicciones, las llaman mal folladas. Si aluden a su sexualidad, putas. Y si van con prisas sacan el comodín del machista y las tachan de brujas, que lo tiene todo. Cierto que los gañanes cada vez son menos, creo, pero también que están envalentonados y hacen más ruido.

El martes, el diputado de Vox José María Sánchez, juez para más inri, llamó bruja a la diputada socialista Laura Berja, que estaba defendiendo en la tribuna el derecho de las mujeres a abortar sin ser acosadas. El posterior numerito de Sánchez al ser apercibido por la presidencia me interesa menos que la airada reacción de su compañera de filas, Macarena Olona, acusando a la prensa de no arroparla cuando a ella la llamaron fascista en el mismo sitio. No, señora Olona. Llamar bruja a una mujer en el Congreso no es igual que llamarla fascista, siendo ello censurable si no es cierto, y siendo quien sea quien suelte el esputo y lo reciba. Llamando a una mujer bruja se la deshumaniza y se resucita el fantasma de la hoguera. A un señor no se le llama brujo. Ni puto ni mal follado, por cierto. Pero esa es otra columna. Porque, a todo esto, mientras unas van de víctimas, la falta de ginecólogos no objetores en hospitales públicos obliga a demasiadas a ir a centros privados a ejercer un derecho legal y soportar el juicio ajeno en la puerta. Ese es el escándalo. Ellas, las víctimas.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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