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Columna
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Ofensiva reaccionaria

La Lega italiana, el PiS polaco y la Fidesz húngara podrán crear una fuerza política europea que dé carta de naturaleza a la extrema derecha

Máriam Martínez-Bascuñán
Extrema derecha europea
Del Hambre
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Orbán y Salvini lanzan una alianza de extrema derecha para competir con el Partido Popular Europeo

Los cambios no dependen de las razones de las crisis, sino de quién tiene las ideas circulando por ahí, señalaba hace poco Naomi Klein en The New York Times. La pandemia nos ha dado las razones: vulnerabilidad climática, interconexión global de los desafíos y contradicciones del capitalismo salvaje. Todo parece favorable para el Green New Deal, pero la batalla tiene que darse en el mundo de las ideas, y quizás por eso en Europa los ultraconservadores se niegan a tirar la toalla. Esta semana se producía un acontecimiento que puede ser profundamente significativo en ese frente. Orbán y Salvini se reunían para lanzar su ofensiva ultraderechista, haciéndose pasar por los verdaderos herederos de la democracia cristiana en Europa y por los defensores de la libertad frente a los excesos de las instituciones comunitarias. ¿Les suena?

No se trata de una alianza que dé voz a un descontento existente, sino de una plataforma ultra, perfectamente articulada a nivel europeo y con capacidad de duplicar su influencia en las instituciones de Bruselas. Hablamos de Orbán, que será el miembro más antiguo del Consejo cuando se vaya Merkel, y de Salvini, parte integral del envidiado Gobierno del tecnócrata Draghi en Italia. La falacia ideológica de la entente reaccionaria es enorme, porque al final, como siempre, se trata de una cuestión de poder. Pero el tema de quién se arroga el papel de sucesor de una tradición pluralista y tolerante, decisiva para el impulso del proyecto europeo y muy crítica con el soberanismo nacionalista, como es la democristiana, no es una cuestión menor. Jan Werner-Müller lo contaba en estas páginas: “La triste y sórdida verdad es que Orbán y los de su laya están tratando de librar una guerra cultural paneuropea para que la opinión pública local e internacional no centre la atención en las autocracias cleptocráticas que han creado”.

El desencadenante ha sido la expulsión de Orbán del Partido Popular Europeo, y, si son capaces de orillar sus diferencias geoestratégicas (que lo serán), la Lega italiana, el PiS polaco y la Fidesz húngara podrán crear una fuerza política en Europa mayor que la de los liberales, que hable de tú a tú con conservadores y socialistas y que cuente con una presencia institucional que dé carta de naturaleza a la extrema derecha. ¿Qué legitimidad tendrá entonces Bruselas para decirle a Casado que no forme en Madrid un Gobierno de coalición con Vox? ¿O para cuestionar que los díscolos del partido de Abascal se hagan nada menos que con la Consejería de Educación y Cultura en Murcia? Mientras llegan ecos del cambio de paradigma en la Casa Blanca, que pone el foco en la política verde, la digitalización y la protección de los trabajadores, parece que el trumpismo aún puede hacer mucho daño en Europa. @MariamMartinezB

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