Un fallo decisivo
El Constitucional alemán tiene en sus manos una decisión casi existencial para la UE. Cabe reclamarles que actúen con rapidez
Un nuevo obstáculo se interpone en el camino de la UE hacia la superación de la mayor crisis desde 1945. El Tribunal Constitucional alemán ha ordenado este viernes paralizar la ratificación en su país del andamiaje legislativo que respalda los próximos presupuestos europeos y el fondo de ayudas contra la crisis pandémica tras recibir un recurso que cuestiona el encaje de todo el proyecto con la carta fundamental alemana. El recurso toca el profundísimo nervio del revolucionario paso dado con la aceptación de mecanismos de endeudamiento común en la UE. No queda claro el horizonte temporal de la resolución, y por supuesto mucho menos el fondo que tendrá la misma. De entrada, parece probable un parón de al menos semanas, que entorpece el proceso y puede dar argumentos para frenar la ratificación en otros países; después, una mirada a la jurisprudencia reciente del tribunal de Karlsruhe no tranquiliza —cabe destacar en ese sentido el muy polémico fallo de mayo de 2020 que cuestionaba el programa de compra de deuda del BCE—.
Incluso un mero retraso sería un golpe gravísimo. La UE ya anda malherida por una gestión del reparto de las vacunas que, aunque la responsabilidad corresponde sobre todo a los incumplimientos de AstraZeneca, está minando su imagen ante la mirada de una ciudadanía que observa cómo EE UU, Reino Unido o Israel nos adelantan con creces. Disfunciones también en el apartado económico representarían no solo un daño sustancial para economías que necesitan oxígeno; también para la credibilidad del conjunto. El fondo de ayuda —con subvenciones y préstamos— ya va tarde con respecto a lo deseado, y cada mes que pasa cuestiona la adecuación de su tamaño (750.000 millones), que palidece ante la envergadura de los estímulos activados en EE UU. Toca a los jueces dirimir la cuestión jurídica. Pero es evidente que, en términos políticos, un rechazo sería una catástrofe. Los jueces de Karlsruhe tienen en sus manos una decisión de carácter cuasi existencial para la UE. Cabe reclamarles, al menos, que actúen con la máxima rapidez posible.
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