Una nueva definición de antisemitismo
La Declaración de Jerusalén debería ser utilizada para la educación, la sensibilización, la elaboración de políticas y la identificación de cuándo un discurso o una conducta son antisemitas (y cuándo no lo son)
El antisemitismo es un insulto continuo y un peligro para los judíos. En los últimos tiempos, Europa ha sido escenario de demasiados incidentes antisemitas, que abarcan desde teorías de la conspiración tóxicas en las redes sociales y agresiones verbales, hasta horribles atentados terroristas. El daño que causan no se limita a los judíos y las instituciones judías: el antisemitismo amenaza y perjudica a toda la sociedad.
En respuesta a esta perturbadora tendencia, la Unión Europea y sus Estados miembros han redoblado sus esfuerzos para combatir el antisemitismo. La Comisión Europea ha nombrado a un “coordinador en materia de lucha contra el antisemitismo”, ha creado un grupo de trabajo específico para apoyar a los Estados miembros, y a finales de año presentará una estrategia europea “de amplio alcance” para hacer frente al antisemitismo. Todas ellas son iniciativas loables.
Otra de las piedras angulares de la respuesta política de la UE ha sido asumir la “definición práctica de antisemitismo” de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), una organización intergubernamental formada por 34 países, la mayoría europeos. Esta definición, elaborada ya en 2005, fue adoptada por la IHRA en mayo de 2016. Desde entonces se la conoce como “definición práctica del antisemitismo”, o “definición del antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto”.
La Unión Europea ha dado su respaldo a esta definición bienintencionadamente, con el objetivo de introducir un criterio claro y uniforme para la recogida y clasificación de datos sobre actos antisemitas, y proporcionar una herramienta de orientación universal con fines didácticos y formativos.
Sin embargo, a la hora de aplicarla, la definición de la IHRA se ha convertido en fuente de confusión y discordia. La causa reside en los 11 “ejemplos contemporáneos de antisemitismo” que la acompañan, 7 de los cuales tienen que ver con Israel. En la práctica, estos ejemplos se utilizan abusivamente para deslegitimar a las personas o los grupos críticos con Israel o el sionismo, tachándolos de antisemitas.
Esto tiene un efecto paralizador sobre la libertad de expresión y de cátedra, y desvía la atención del peligro acuciante del antisemitismo de extrema derecha. Desafortunadamente, en vez de unir a las personas para combatir el antisemitismo, la definición de la IHRA se ha convertido en motivo de profundas divisiones.
En este contexto, un grupo de académicos de todo el mundo se reunió en 2020 bajo los auspicios del Instituto Van Leer de Jerusalén para hacer una evaluación crítica de la definición de la IHRA e intentar clarificar los aspectos de la misma que causan confusión y preocupación.
El resultado de estos debates, desarrollados a lo largo de un año de talleres y reuniones, es una definición de antisemitismo más clara, coherente y políticamente neutral, hecha pública hoy: la Declaración de Jerusalén sobre el Antisemitismo (JDA, por sus siglas en inglés).
La JDA cuenta con el respaldo de más de 200 especialistas en antisemitismo y campos afines. Entre ellos se encuentran los directores de los principales institutos de Europa, Estados Unidos e Israel. Consta de un preámbulo, la definición propiamente dicha, y un conjunto de 15 directrices prácticas.
A diferencia de la definición de la IHRA, el preámbulo invoca unos principios universales y vincula la lucha contra el antisemitismo con la lucha contra otras formas de racismo y discriminación.
La definición que forma el núcleo de la JDA es breve y sucinta, y capta la esencia del antisemitismo en sus principales manifestaciones. Dice así: “Antisemitismo es la discriminación, los prejuicios, la hostilidad o la violencia contra los judíos por el hecho de ser judíos (o contra las instituciones judías por el hecho de ser judías)”.
Las directrices incluyen cinco de carácter general y 10 relacionadas con Israel y Palestina. Esta relevancia refleja el enfoque de los “ejemplos contemporáneos” adjuntos a la definición de la IHRA y responde a la necesidad pública ‒entre los judíos y entre la población en general‒ de orientación en lo que respecta al discurso político sobre Israel y el sionismo, y concretamente a la pregunta de cuándo este se debe proteger, y cuándo cruza la línea del antisemitismo.
De hecho, la JDA aborda con celo y rigor aquellas áreas en las que la definición de la IHRA ha generado confusión y controversia, y lo hace sin ninguna agenda política subyacente. También a diferencia de la segunda, especifica qué no es, a primera vista, antisemita. De este modo, la Declaración de Jerusalén demuestra que es posible definir y combatir el antisemitismo sin caer en las controversias suscitadas por la definición de la IHRA.
La Declaración de Jerusalén está pensada para ser utilizada con múltiples fines, como la educación, la sensibilización, la elaboración de políticas y la identificación de cuándo un discurso o una conducta son antisemitas (y cuándo no lo son). Si bien no se ha diseñado para ser un instrumento (cuasi) legal, también puede servir de orientación a las autoridades policiales.
Ninguna definición es perfecta. Tampoco ningún documento sobre antisemitismo puede ser exhaustivo. No obstante, confiamos en haber elaborado una guía convincente y una herramienta eficaz para combatir el antisemitismo. Debemos este resultado a años de experiencia, investigación y diálogo continuo sobre la definición de la IHRA.
Presentamos la Declaración de Jerusalén sobre el Antisemitismo como una alternativa a la definición de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto. Las instituciones que han adoptado formalmente esta última pueden recurrir a la JDA cuando la definición práctica de antisemitismo sea poco clara o cause división. A la Unión Europea y sus Estados miembros les decimos que utilicen la Declaración de Jerusalén sobre Antisemitismo como una oportunidad para hacer una reflexión crítica sobre el uso que hacen de la definición de la IHRA.
Aleida Assmann es profesora de Literatura Inglesa y Estudios sobre la Memoria y el Holocausto de la Universidad de Constanza. Alon Confino es profesor de Historia y Estudios Judíos y director del Instituto para los Estudios del Holocausto, el Genocidio y la Memoria de la Universidad de Massachusetts. David Feldman es profesor de Historia y director del Instituto para el Estudio del Antisemitismo de Birkbeck College, Universidad de Londres.
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