España necesita un capitán, taller de escritura para jóvenes populistas
Si haces todo lo que te digo, triunfarás. Verás cómo los medios se empeñan en colocar tu discurso en algún lugar del arco parlamentario, sin darse cuenta de que para ti la democracia es un sistema a superar
El vídeo Hola, 2021 de Tatiana Ballesteros me ha llegado por Instagram a través de las cuentas de un montón de colegas. Ha sembrado Twitter de memes y hasta se ha colado en el grupo de los padres del cole, además de en el programa de Risto Mejide. Ciento cincuenta segundos de una joven dirigiéndose a la clase política que se ha convertido en un viral con millones de visualizaciones. El vídeo en cuestión es populista, antidemocrático y falto de rigor. Sin embargo a mucha gente le ha gustado. Tanto que su éxito supone un excelente ejemplo de modernización y feminización de la nueva narrativa populista. Así pues, dado su alto interés pedagógico, recojo alguna de sus claves por si pudiera inspirar a otros jóvenes interesados en esta nueva narrativa.
Querido joven populista. Has tenido la suerte de llegar al mundo en una época dorada para los discursos que simplifican la realidad y se alejan de cualquier posibilidad de reflexión o pensamiento. Además, por suerte para ti, el populismo de hoy en día carece de ese aire casposo, masculino y viejuno que acostumbraba a tener. Al contrario, para triunfar en el nuevo populismo es mejor ser hipster que clásico. Mejor joven que viejo. Y mejor mujer que hombre. Todo lo que aporte novedad y rejuvenezca el discurso será bienvenido. Por eso tú, que eres joven, tienes una gran oportunidad para pensar o votar populista.
Sé que tienes muchas cosas que decir, que son muy urgentes y que te salen del alma. Y así debe ser, pues en el camino que has iniciado es importante que no busques ideas en tu cabeza, no vaya a ser que tengas que pensar alguna dos veces. Puedes decir lo que quieras, pero hay una norma que debes cumplir: es imprescindible que pegues tu discurso al cuerpo de tu audiencia. Fíjate como Tatiana Ballesteros arranca el suyo hablando de una experiencia sensible compartida por todos. “Nos pedisteis que nos quedáramos en casa, y lo hicimos. Nos pedisteis que nos pusiéramos una mascarilla, con su valor añadido, y lo hicimos, nos pedisteis que cerráramos nuestros negocios, y lo hicimos…” Qué genial aquí ese plural mayestático, como si todas las desgracia que enumera le hubieran pasado directamente a ella.
Una vez hayas excitado a tu audiencia a través de una experiencia compartida y jamás de un pensamiento que incluya realidades diversas es cuando puedes arrancar tu exhortación. Esta puede dirigirse a la clase política o a quien tú elijas. Lo importante es que apeles a cambiar las cosas sin recurrir a ninguno de los canales institucionales o de diálogo social a tu alcance. Tampoco al debate o la argumentación. Puedes encontrar inspiración en la exhortación litúrgica o el sermón tradicional. De nuevo Tatiana alcanza la excelencia cuando se dirige a un montón de partidos políticos sin exigir nada concreto a ninguno de ellos. “Os pedimos que no subáis la luz en plena ola de frío. Os pedimos que no aumentéis la cuota de los autónomos cuando llevan meses sin trabajar…”
En este sentido, es fundamental que exhortes sin proponer ningún plan de acción o medida para conseguir lo que pides. Solo así podrás exigir lo que quieras, sin ningún tipo de realidad que limite o contextualice tus demandas. Llegados a este punto es fundamental que hables en tono inapelable y sentencioso, enfatizando no solo que estás en posesión de la verdad, sino que además la verdad es sencilla. Es fundamental que no caigas en el peligro de reflexionar sobre las causas o consecuencias de los hechos que analizas. Tatiana, por ejemplo, ni siquiera menciona que ha habido una pandemia, como si la catástrofe mundial de 2020 fuera responsabilidad exclusiva de la clase política española. De nuevo, ejemplar.
Si consigues armar un discurso así, correrá como la pólvora. Sin embargo, a pesar de tu talento, encontrarás obstáculos. Lamentablemente, todavía son mayoría los ciudadanos convencidos de que en una democracia nos reúne la capacidad de dialogar sobre experiencias diferentes, personalidades divergentes y trayectorias distintas. Esa será la clase de gente que intenten cambiar tu mensaje, matizarlo o simplemente ampliarlo con nuevos puntos de vista. Debes ser inflexible: aléjate de la complejidad democrática. Recuerda que la democracia es torticera, requiere escuchar demasiadas voces y se muestra cada vez más ineficaz. Por eso necesitas reunir a tu audiencia en torno a valores que despierten la emoción y neutralicen las diferencias. Tienes que simplificar tu discurso todavía un poco más. “España está muy por encima de vosotros. Os pedimos respeto, dignidad y honor”, clama Tatiana. Y podría haber añadido salud, dinero y amor. Ese momento en que ya todo vale, será la cima de tu oratoria.
Es ahí, justo en la cúspide, cuando puedes añadir una guinda fascista a tu pastel. Esto no es obligatorio dado que no todos los populistas son necesariamente fascistas. Pero debes saber que es el populismo que más se lleva ahora. Tatiana, que es vanguardia, corona con solemnidad: “Está claro que España necesita un capitán para un barco que va a la deriva, pero no está entre vosotros”. Y así termina, clamando por un líder que no sea elegido por mayoría. Elige Capitán en vez de General porque además de ser joven, hipster y mujer, es lista.
Si haces todo lo que te digo, triunfarás. Pero entonces, verás cómo los medios se empeñan en colocar tu discurso en algún lugar del arco parlamentario, sin darse cuenta de que para ti la democracia es un sistema a superar. Para todos esos analistas desfasados, te pido un último esfuerzo. Subraya tu mensaje por escrito. Igual que hace Tatiana cuando imprime sobre la pantalla que sus palabras no atienden “a ninguna ideología política. Tan solo a la razón y la ética humana”. Como si las ideas políticas fueran contrarias a la razón y a la ética. Sigue sus pasos, pues ella es un ejemplo de populismo sin fisuras. Simplifica sin piedad y ¡a por todas!
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