Famosos negacionistas de la covid-19
Los lectores opinan sobre el negacionismo, la convivencia, Donald Trump y los derechos de las empleadas de hogar
Primero fue Miguel Bosé, ahora es Victoria Abril quien presume de negacionismo. Sería una mera anécdota carente de importancia si no fuera porque a buen seguro, ambos, por el hecho de ser famosos, tienen un buen número de seguidores dispuestos a creer a pies juntillas lo que les dicen. Y es que hay mucha gente dispuesta a otorgar mayor credibilidad a un famoso que a todo el conjunto de científicos, investigadores, estudiosos y expertos del mundo. Desgraciadamente hay gente que otorga más credibilidad a un tuit o a una declaración de un famoso que a todas las publicaciones científicas juntas. Ignoran que fama no equivale siempre a inteligencia, que la fama no protege de la ignorancia. Flaco favor hacen esos famosos a sus seguidores y a la gente en general cuando se decantan por la conspiración en lugar de por la ciencia, cuando niegan la evidencia y optan por la insensatez.
Sebastián Fernández Izquierdo. Petrer (Alicante)
Inmunidad e impunidad
Cada día que pasa adquirimos más inmunidad frente a la impunidad de todo tipo de delitos, entre ellos, también la violencia callejera. Ya nada nos afecta, nos hacemos inmunes a la falta de castigo proporcional a los delitos por corrupción, por maltrato, por acoso, por agresión, por calumnias, por insultos, por desórdenes públicos y, en definitiva, por un largo etcétera de actos violentos. Aquellos que velan por una convivencia segura y pacífica se merecen nuestra comprensión y apoyo, y, lo que es más importante, el amparo inequívoco de sus dirigentes políticos. Nunca deberíamos olvidar que una sociedad sin seguridad es una sociedad fallida.
Pedro M. Chaves Abad. Madrid
Minutos de comedia
La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC para los amigos) ha sido el escenario escogido por Donald Trump para darse un baño de multitudes —menos multitudinario de lo que su ego hubiese deseado, por las limitaciones que impone la covid— en Florida. Me imagino el síndrome de abstinencia del expresidente las tres semanas que ha pasado apartado del circo mediático que está acostumbrado a protagonizar. No debe de ser nada sencillo para un narcisista verse privado de la noche a la mañana de la desmesurada atención que precisa su carácter. En la convención de la CPAC, Donald se dejó querer por sus simpatizantes y nos regaló unos minutos de comedia al elucubrar sobre una nueva pugna por el Despacho Oval en 2024. Gracias por su sentido del humor, señor Trump.
Jesús Manuel Suárez Liste. Crassier (Suiza)
Las empleadas de hogar
Las personas que se dedican a realizar funciones de asistencia en un hogar y cuidado de personas mayores a menudo desarrollan su actividad en unas condiciones precarias, en muchos casos sin contrato y sin derechos laborales de ningún tipo. Deberían los poderes públicos controlar que se les haga un contrato en condiciones, con acceso a la Seguridad Social y al paro cuando terminen su relación laboral; hacer posible una contratación que no sea gravosa para quien contrata y atractiva para el contratado/a. Ahora con la covid son esenciales, son una buena fórmula para gente que no quiere ir a una residencia y seguir viviendo en su casa bien atendida.
Luis Solanas Cebolla. Zaragoza
Los textos de esta sección tienen que enviarse exclusivamente a EL PAÍS y no deben tener más de 100 palabras (700 caracteres sin espacios). Deben constar nombre y apellidos, ciudad, teléfono y DNI o pasaporte de sus autores. EL PAÍS se reserva el derecho de publicarlos, resumirlos o extractarlos. No se dará información sobre estas colaboraciones. La dirección para escribir en esta sección es CartasDirector@elpais.es
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.