_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La gangrena

La magia siempre necesitó de la habilidad del mago. Como el libro del escritor laborioso y la monarquía de un rey que hace valer su utilidad

David Trueba
El rey Juan Carlos en una imagen de archivo.
El rey Juan Carlos en una imagen de archivo.Cordon Press

Pasados unos meses, la exhumación de Franco del Valle de los Caídos ha venido a ocupar el sosegado rincón del que nunca debió desbordarse. Las pasiones son siempre inducciones urgentes que vienen estimuladas por la agenda política más ocasional. Si en aquel momento algunos quisieron ver una quiebra del pacto de Transición, eligieron mal el asunto sobre el que volcar sus inquietudes. Tras la devolución del Pazo de Meirás al dominio público, los inspectores de patrimonio dieron fe de un expolio continuado, basado en un sentido de la apropiación por parte de la familia Franco que respondía más a la avaricia y la impunidad que a todos los eslóganes paternalistas que el régimen quiso inventar. Fue sorprendente incluso que la Xunta reclamara para sí el control de la propiedad, pues su falta de interés y su indiferencia a lo largo de los años contrasta con la lucha esforzada de pequeñas autoridades municipales y asociaciones de vecinos. El camino legal ha sido lento y lleno de trabas, pero premia a quienes se tomaron la reclamación como una cuestión de orgullo popular frente a los que de tanto empeñarse en no abrir heridas pareciera que apuestan por un país gangrenado. Queda un largo trecho por recorrer.

No se puede comparar ese agravio histórico con los problemas fiscales del rey emérito. Pero el estado de alarma con el que se han encendido quienes ven en las investigaciones un agravio al sistema monárquico, reproduce esa confusión tan habitual entre prudencia e impunidad. No han sido los españoles los que han abierto la grieta del chafardeo y el interés morboso, sino que los protagonistas voluntarios e involuntarios del suceso han dejado un reguero de indicios. En algunos casos los personajes son tan siniestros que uno debería preguntarse qué pintaban como invitados en tu casa. La presunción de inocencia no evita la sorpresa al ver una defensa centrada en tapar fugas de agua, pero no en esclarecer las dimensiones de la avería. Como todos los niños aprenden en las primeras y odiosas papillas, cuanto más pequeñas son las cucharadas, más eterno se hace vaciar el plato. Quienes de buena fe tratan de proteger a la Casa Real del daño interno y del fuego enemigo harían bien en no confundir a quienes se escandalizan por lo que intuyen con radicales antisistema.

A toda persona le ha sucedido que en ocasiones quienes se erigen en sus defensores les causan más daño que otra cosa. Las herencias, como muchas familias han experimentado en la propia quiebra de cariños entre padres, hermanos y seres queridos, son espoletas para dejar escapar los peores instintos. Cuando el rey Felipe renunció a la herencia paterna trató de instalarse en una nueva dimensión apartada y distante, pero el acoso de las raíces profundas, la expansión del daño por círculos íntimos y la franca curiosidad de los ajenos era previsible. Estamos ante un capítulo de esos que o se cargan la novela o la propulsan hacia un nuevo destino. Los escritores, llegados a ese punto, recurren a la cursilada de decir que los personajes toman vida propia. Es una manera de asumir sus limitaciones mientras conceden a la inspiración un rango mágico. Pero uno escribe su destino en zancadas cortas y en horario de oficina. La magia siempre necesitó de la habilidad del mago. Como el libro del escritor laborioso y la monarquía de un rey que hace valer su utilidad.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_