Una agenda multilateral para la recuperación
La enorme crisis que ha provocado la pandemia debe ser una oportunidad, un punto de inflexión, para sacar adelante políticas que den lugar a un mundo que sea más fuerte, resiliente, verde e inclusivo
Mañana conmemoramos el 60 aniversario de la firma del convenio por el que se creó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La OCDE sucedió a la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE), creada en 1948 para administrar la ayuda estadounidense y canadiense en el marco del Plan Marshall de reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, sobre la base de los principios de solidaridad, ambición y cooperación internacional. Ahora, tal vez más que en cualquier otro momento en los últimos sesenta años, el mundo necesita, una vez más, inspirarse en esos valores, ya que se enfrenta a la peor crisis sanitaria, económica y social desde la Segunda Guerra Mundial.
La vocación de la OCDE siempre ha sido lograr un mayor bienestar para sus miembros y socios en todo el mundo, asesorando a los Gobiernos sobre cómo llevar a la práctica políticas que apoyen un crecimiento resiliente, inclusivo y sostenible. La OCDE ha promovido reformas estructurales y soluciones multilaterales a los desafíos mundiales realizando análisis de políticas basados en datos empíricos y proponiendo recomendaciones, normas y redes de trabajo en colaboración cada vez más estrecha con otros foros multilaterales, como las Naciones Unidas, el G7 y el G20. Algunos ejemplos de la influencia de la OCDE son el principio de “el que contamina paga”, desarrollado en la década de 1970, las evaluaciones de los estudiantes en el marco de PISA o los esfuerzos en curso para promover la transparencia fiscal y aprovechar el potencial de una Inteligencia Artificial centrada en las personas.
La covid-19 no ha dejado ningún país ni región intactos. A medida que seguimos luchando contra el virus y preparándonos para la recuperación, nuestros esfuerzos deben complementarse con una respuesta igualmente decisiva y ambiciosa en el ámbito de la cooperación internacional. Esta crisis debe ser una oportunidad, un punto de inflexión, para un multilateralismo reforzado y más eficaz. Tenemos que trabajar juntos y desarrollar soluciones globales eficaces para los desafíos mundiales actuales: la recuperación tras la covid-19, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, las crecientes desigualdades y la concentración de riqueza, la digitalización o el futuro del trabajo.
Este ha sido el mensaje principal de la Conferencia Ministerial de la OCDE que España presidió este año. Por primera vez en cuatro años, los miembros de la OCDE pudieron dejar de lado sus diferencias y acordaron una declaración que reflejaba su visión colectiva de una recuperación fuerte, resiliente, inclusiva y ecológica tras la covid-19. Este es un mensaje de una enorme fuerza: en un momento de gran necesidad, la OCDE y sus miembros están respondiendo al desafío con una sola voz.
Ahora es el momento de poner esta visión en movimiento, de convertir las palabras en hechos. Para ello, nuestros esfuerzos colectivos deben centrarse en tres áreas clave.
La primera prioridad para la recuperación debe ser contener y erradicar el virus. El equilibrio entre vidas y medios de vida es un falso dilema. El inminente despliegue de vacunas eficaces es una excelente noticia. Pero para ser eficaces, para vencer la pandemia, las vacunas y los tratamientos deben producirse a escala, distribuirse equitativamente en todo el mundo y ser asequibles para todos. Garantizar que todas las personas puedan ser inmunizadas a la vez es un imperativo humanitario y una condición previa para garantizar la salud y la prosperidad. Si la enfermedad sigue desarrollándose en algún lugar, seguirá siendo una amenaza en todo lugar. Tener sistemas de salud fuertes, resilientes e inclusivos es otra de las lecciones de esta crisis que debemos incorporar a nuestras prioridades, pero también como un pilar fundamental de nuestros programas de cooperación al desarrollo. Tenemos que apoyar a los países más vulnerables, que no disponen de los medios financieros para responder a la pandemia y que carecen de sistemas sólidos de protección social para amortiguar los efectos de esta sobre sus poblaciones.
La segunda prioridad es crear las condiciones para una recuperación de base amplia. Tenemos que trabajar juntos y desarrollar enfoques comunes para restablecer la movilidad internacional lo antes posible. También debemos preservar los beneficios del comercio libre, justo e inclusivo como motor del crecimiento y la prosperidad, al tiempo que fortalecemos la resiliencia de las cadenas de valor mundiales y las condiciones equitativas. El mundo post-covid-19 va a ser más digital, y se requiere cooperación internacional para abordar las cuestiones de las capacidades, la privacidad, la seguridad y la competencia. Otro objetivo fundamental será alcanzar, a mediados de 2021 y siguiendo la iniciativa de la OCDE, una solución global y consensuada a los desafíos fiscales derivados de la creciente digitalización de la economía mundial.
La tercera prioridad es apoyar una recuperación transformadora y desarrollar una nueva narrativa sobre el crecimiento económico. Los planes nacionales de recuperación y resiliencia constituyen oportunidades únicas no sólo para poner en marcha nuestras economías, sino también para emprender acciones audaces y transformadoras para hacerlas más igualitarias, cohesionadoras y ambientalmente racionales, en consonancia con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La crisis de la covid-19 ha aumentado las desigualdades, al tiempo que nos siguen acechando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y otras emergencias ambientales. El análisis de la OCDE muestra que una acción climática ambiciosa para descarbonizar nuestras economías puede ser una fuente de crecimiento, ingresos y empleo. La COP26 en Glasgow y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, que se celebrarán en 2021, pondrán a prueba nuestra determinación colectiva. Nuestra única e importantísima responsabilidad intergeneracional es proteger el planeta. Asimismo, esta reconciliación requiere fomentar un modelo de crecimiento económico y de productividad basado en salarios justos, condiciones de trabajo decentes y un diálogo social mejorado.
Durante la última década, la OCDE ha sido una voz líder en la promoción de una visión del crecimiento económico que combina inclusión y sostenibilidad ambiental. Partiendo de una base sólida de evidencias y datos, necesitamos trabajar juntos para desarrollar aún más esta narrativa, midiendo los resultados más allá del PIB y promoviendo un consenso en torno a un nuevo marco económico que reconcilie personas, prosperidad y planeta.
Vivimos tiempos extraordinarios. Los desafíos que se avecinan son demasiado importantes para que cualquier país los aborde en solitario. Sólo a través de la acción colectiva podremos afrontarlos y “reconstruir mejor” economías y sociedades más resilientes, más inclusivas y más ecológicas. Con una visión a largo plazo, una fuerte ambición y un profundo sentido de la responsabilidad, celebramos este 60 Aniversario de la OCDE inspirados por su historia y por sus logros. Seguiremos trabajando juntos para desarrollar políticas que mejoren la vida de las generaciones por venir.
Pedro Sánchez es presidente del Gobierno de España y Angel Gurría es secretario general de la OCDE.
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