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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa avanza

La cumbre lanza el plan de recuperación económica y afianza el Estado de derecho

Emmanuel Macron, Ursula von der Leyen, Viktor Orban y Mateusz Morawiecki, este jueves, en Bruselas.
Emmanuel Macron, Ursula von der Leyen, Viktor Orban y Mateusz Morawiecki, este jueves, en Bruselas.Olivier Matthys (AP)

Europa avanza. La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) dio este jueves luz verde a los presupuestos para el septenio que empieza en 2021 y al fondo excepcional con endeudamiento común para superar la crisis pandémica. El pacto mantiene la vinculación entre el desembolso de fondos a cada uno de sus 27 Estados miembros y el respeto a los valores democráticos y al Estado de derecho. Logra imponer así el criterio de la inmensa mayoría de Gobiernos a las amenazas de bloqueo de los Ejecutivos iliberales de Polonia y Hungría —cuyos votos se necesitaban para forjar la unanimidad—. El acuerdo contempla algunas concesiones a Varsovia y Budapest, pero estas no son sustanciales. Permanece intacto el reglamento que estrena esta nueva condicionalidad de valores, aunque se asumen compromisos que pueden retrasar su puesta en marcha. Esto no es ideal, pero la urgencia para desbloquear era enorme, y el principio democrático liberal queda reafirmado como se pretendía.

El consenso logrado es trascendental. Garantiza, en cascada, proyectos clave para la Unión y sus ciudadanos, que corrían peligro de graves retrasos e incluso de parálisis. Además del Marco Presupuestario Plurianual (dotado con 1,1 billones de euros) y el Plan de Recuperación Económica (bautizado como Nueva Generación UE, con una dotación de 750.000 millones de euros), el acuerdo de este jueves también facilita un pacto sobre los nuevos objetivos en la lucha contra el cambio climático.

El paso adelante en la capacidad de defender el Estado de derecho es considerable. La cumbre valida íntegramente el reglamento al que se oponían los dos países mencionados. El mecanismo, en este caso, prevé la suspensión de las ayudas cuando se detecten elementos de erosión del Estado de derecho que faciliten el uso fraudulento o corrupto de los fondos europeos. Para sortear el veto, se le añade una declaración interpretativa que permite a los disidentes gozar de un tiempo de adaptación, recurriendo al Tribunal de Justicia de la UE. En su caso, la Comisión tendría a su vez que esperar la sentencia sobre el asunto —de la que cabrían pocas dudas, dado el escaso éxito reciente de los recursos de Polonia y Hungría en estas materias— para proceder al desarrollo e implementación de la normativa. Esto gana un tiempo interesante para el líder húngaro, Viktor Orbán, que afronta elecciones, en principio, en 2022. En conjunto no es el instrumento más claro, lineal y rotundo posible. Pero es eficaz para lo que se pretendía. Establece un mecanismo que, aunque no se pueda activar enseguida, abre la vía. Y el pacto evita tener que acudir a opciones más drásticas, como un acuerdo solo entre 25, que en conjunto habría sido menos deseable que el alcanzado.

Por otro lado, cabe señalar que el Plan de Recuperación será sometido a una condicionalidad a priori más fuerte. En este apartado la Comisión podrá hacer valer también las llamadas “recomendaciones específicas” a los 27 países, cuestionando en su ámbito asuntos de calado que atañen el correcto funcionamiento democrático de un país miembro. Por lo tanto, en una mirada general, la UE da un considerable salto adelante. Pocas veces se ha exhibido de forma tan prometedora una sintonía tan profunda entre avance democrático e impulso al bienestar económico. Se abre, además, la vía a una más exigente lucha contra el cambio climático. Era hora.

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