La presión tecnológica
Hace 30 años, yo estudiaba en el instituto público de mi barrio en Ourense. Recuerdo al director echándole una bronca, indignado, a un chaval por tener unos cascos puestos en la cafetería. Aquello era escapar de la realidad, evadirse. Hoy, en ese mismo instituto, mi hija me dice que la profesora de educación física les deja llevar el móvil y cascos cuando corren. En francés, permiten el dispositivo para consultar vocabulario. En gallego, el profesor juega con los alumnos a Kahoot! En el patio se puede tener móvil. La presión para poseer uno de estos dispositivos de tan maravillosa influencia en los estudiantes en algunos casos viene de donde tendrían que proteger a los jóvenes. Yo trabajo en la enseñanza pública y no tengo un “teléfono inteligente”. Cada vez que me veo discriminado por ello, lo habitual es que oiga opiniones como: “Pues cómprate uno”. Sin comentarios.
Pablo Curieses Arcos. Ourense
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