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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ni un paso atrás

Hay que defender los valores republicanos con inteligencia, firmeza y unidad de la UE frente al islamismo radical

Un policía vigila los alrededores de la basílica de Notre Dame de París, este jueves.
Un policía vigila los alrededores de la basílica de Notre Dame de París, este jueves.IAN LANGSDON (EFE)

Casi tres centenares de personas han muerto en Francia en la última década en atentados de inspiración islamista radical. Los últimos han tenido como víctimas a tres ciudadanos asesinados ayer en la basílica de Notre Dame de Niza por un atacante armado con un cuchillo. Este tipo de actuación individual representa una modalidad diferente de la de los grandes atentados de hace años. El Estado Islámico —la última gran organización en la que se vertebró este tipo de terrorismo, por lo demás antiguo— ha perdido su base territorial y la gran mayoría de sus militantes han sido detenidos o neutralizados. Pero sigue irradiando sus ideas destructivas, compartidas por parte del islamismo radical, y sustentadas además por quienes muestran comprensión ante la violencia bajo la excusa de las pretendidas ofensas a la religión islámica. No hay gran novedad en tales operaciones, conocidas desde 1989, cuando el ayatolá Jomeini profirió su fatua contra Salman Rushdie. El objetivo es conseguir el retroceso de la libertad y de los valores ilustrados por desistimiento y por autocensura. Bajo la excusa de la islamofobia, el terrorismo pretende encontrar escudos legales que erosionen el patrimonio de la libertad de conciencia, de creación y de expresión característico de la tradición cultural europea.

El laicismo francés, que protege tanto la práctica de las religiones como el derecho a la crítica, es una bandera que los europeos no podemos arriar para apaciguar a quienes pretenden sentirse ofendidos por unos dibujos o textos literarios. La caricatura de figuras sagradas o de profetas no atenta contra ningún derecho ni limita ninguna libertad. No valen excusas ni coartadas ante estas acciones repugnantes. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha puesto a la cabeza de una ofensiva contra Macron con una distorsionada interpretación de su defensa de los valores republicanos y europeos. No cabe retroceder ni un milímetro en ese esfuerzo. Hay que hacerlo con inteligencia —para no prestar nunca el flanco a sujetos que buscan fomentar la agitación y la polarización sectaria—, firmeza y máxima unidad europea.

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