Los que no hacen ruido
En un laboratorio, unos científicos con sueldos tan insuficientes como las ayudas para llevar a cabo dignamente su trabajo, se esfuerzan día a día en buscar un remedio para los enfermos de la covid-19; una vacuna para frenar esta pandemia que nos tiene tan heridos como atemorizados. Trabajan nuestros investigadores incansablemente, sin hacer ruido, pero su esfuerzo puede salvarnos. Otros, con abultados sueldos, despachos de lujo, coches oficiales, escoltas y servidumbre, se pasan el día gritando, llenando el ambiente de inútiles belios cainitas. Triste perversión aquella en la que lo superfluo suplanta a lo importante.
José Antonio Lamoca, Madrid.
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