Arquetipo
Las redes sociales no rebosan prudencia aristotélica: más bien son un ejemplo dramático de lo que ocurre cuando se carece de ella
El infierno está empedrado de buenas intenciones y la estupidez es un mosaico con retazos de sabiduría forzados a encajar fuera de su lugar. O sea lo peor viene de lo mejor cuando ha extraviado su camino. Por eso Aristóteles situaba la prudencia por encima de las demás virtudes, es decir, como el arte de sacar virtud de las buenas intenciones y la lección de los sabios. Parece claro que las redes sociales no rebosan prudencia aristotélica: más bien son un ejemplo dramático de lo que ocurre cuando se carece de ella. Hay una serie de movimientos intelectuales y de mejora social que nacieron en Europa y transformaron la convivencia: la igualdad cívica entre sexos, la tolerancia de lo diverso en moral y religión, la benevolencia hacia los seres vivos irracionales, el repudio de la discriminación racial... Esas ideas inmigraron a Estados Unidos, esa Europa 2.0, y allí sufrieron metamorfosis que las distorsionaron como los espejos deformantes de una feria. A finales del siglo pasado regresaron a su lugar de origen y convirtieron en amenazas inquisitoriales lo que antes fueron promesas emancipadoras. Y para agravarlo todo, llegó Internet...
Afortunadamente, aún nos queda la sátira. Si quieren conocer el arquetipo de la virtud que sin prudencia se convierte en su contrario, lean Woke (editorial Alianza) de Titania McGrath (un personaje de ficción más real que la vida misma creado por Andrew Doyle). Un libro divertidísimo pero también espeluznante que nos enseña lecciones de la imbecilidad moral que hoy se va volviendo obligatoria, que incluso impregna las nuevas leyes y por supuesto el lenguaje de nuestros sumos sacerdotes... y sacerdotisas. El problema es que mientras lo leemos a veces olvidamos el chiste y creemos estar en la sección de Opinión de algún diario dizqueserio.
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