Odiar resulta barato
Es más una actitud o disposición que un estado emocional temporal. Es más universal que particular. Todos odiamos algo o, lo que es peor, a alguien, y somos odiados. Para evitar el enfrentamiento continuo nos hemos dotado de costumbres, usos sociales y leyes que mitigan nuestros desacuerdos. Las redes sociales e Internet, al garantizar el anonimato, han roto muchas de esas convenciones, y odiar ya no tiene sanción social ni laxa ni estricta. El único objetivo es que sepan que les odiamos.
Luis Fernando Crespo Zorita. Las Rozas de Madrid
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