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Columna
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Monárquicos y católicos

Para unos, el rey Juan Carlos y la Constitución del 78 forman un conjunto inseparable de realidades. Fusionando persona e institución, allanan el camino a los republicanos

Víctor Lapuente
Spain's former monarch Juan Carlos I at the 40th anniversary of the Spanish Constitution, in 2018.
El rey emérito en una imagen de archivo.Europa Press

No sé si el escándalo alrededor de la marcha del rey emérito a Emiratos Árabes muestra que España es monárquica, pero sí prueba que es católica. Más incluso que el Vaticano, que, con el papa Francisco, adopta toques protestantes.

Nosotros somos irreformables. Nos mantenemos fieles a la versión más intransigente de la cultura católica: no juzgar actos, sino personas. Sometemos a los personajes públicos (también a familiares y conocidos, pero eso lo dejo a la conciencia del lector) a un juicio final, cual si fuéramos san Pedro a las puertas del cielo. En un foro laico de discusión, analizaríamos de forma aislada cada acto de Juan Carlos y desligaríamos al ocupante de un cargo del destino del mismo. Pero, en España, tanto monárquicos como republicanos consideran que persona e institución son inseparables.

Los antimonárquicos hace tiempo que emitieron un veredicto de condena a Juan Carlos. Si se hubiera descubierto que el rey emérito había donado 65 millones de euros para comprar máquinas contra el cáncer e iba a dedicar el resto de sus días a navegar por el Mediterráneo rescatando a inmigrantes a la deriva, no habría cambiado un ápice la sentencia. Porque, en la columna del debe, se le acumulan los pecados: heredero de Franco, responsable de una Transición que dejó impunes los crímenes de la dictadura, etcétera. Nada que hiciera el rey emérito, o Felipe VI, merecería halago. Los monárquicos llegan a la conclusión opuesta. Nada empaña el glorioso reinado de Juan Carlos I. Pero siguen la misma lógica: una evaluación global del personaje. En lugar de criticar más severamente que los republicanos las sospechosas transacciones monetarias del rey emérito, precisamente porque están interesados en el buen funcionamiento de la monarquía parlamentaria, giran la atención a sus buenas obras.

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Así, proliferan panegíricos y manifiestos, como el de los 75 exministros y altos cargos del PP y del PSOE, señalando que Juan Carlos reinó en la etapa histórica más fructífera de la España contemporánea. Para ellos, “el rey Juan Carlos y la Constitución de 1978 forman un conjunto inseparable de realidades”. Fusionando persona e institución, allanan el camino a los republicanos.

El conflicto monarquía-república está servido. Pero, independientemente de qué forma de Estado se imponga en el próximo periodo de nuestra historia, el fondo será, como siempre, católico. @VictorLapuente

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