_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El negocio de las cabras

Ante la nueva campaña para convencer del Brexit: “empujar”, “golpear y atemorizar", “sortear los daños” y “nuevas oportunidades”, algunos ya han escogido contraponer los datos numéricos a la presión de esos sentimientos

Xavier Vidal-Folch
Boris Johnson con guantes de boxeo a favor del Brexit.
Boris Johnson con guantes de boxeo a favor del Brexit.FRANK AUGSTEIN (AFP)

Todo empezó con mentiras. Pero el Brexit se ha convertido ya para los británicos en una especie de negocio de las cabras de Roberto. Este pretendía enriquecerse cambiando dos cabras blancas por una negra: era una astucia basada en la necedad de desconocer que el valor de ese animal no depende de su color.

Los propagandistas del Brexit acentúan hoy el objetivo político de la soberanía nacional por encima de cualquier otro. Pero en la campaña Leave del referéndum de 2016 agudizaron el argumento económico: solo que entonces la astucia era una simple falacia. Recuerden el lema de Boris Johnson: “Cada semana enviamos a la UE 350 millones de libras que se podrían destinar a la sanidad pública”, rezaba el cartel de su autobús mitinero. Las cifras oficiales certificaban lo contrario. El cálculo correcto para el concepto “enviamos” debería haber sido la aportación neta a las arcas comunes: o sea la contribución bruta (los 350 millones) menos la devolución del “cheque” de Margaret Thatcher, cantidad a minorar por los fondos del presupuesto comunitario revertidos a programas para el Reino Unido. En 2014 ese saldo neto alcanzaba 9.872 millones de libras anuales, unos 190 millones por cada una de las 52 semanas, apenas poco más de la mitad de los proclamados 350 millones.

Aquel episodio está reencendiendo los ánimos de empresarios y activistas británicos. Porque el Gobierno acaba de reeditar este mes un pormenorizado estudio (The border with the European Union), cuya anterior edición, de octubre pasado (HMRC impact assessment for the movement of goods if the UK leaves the EU without a deal) ya hizo furor. No porque calculase los magnos costes macroeconómicos de un Brexit sin pacto, sino porque se centraba en un único detalle: los más mínimos costes micro del papeleo burocrático para las empresas que comercian exclusivamente con la Europa continental, unas 245.000. Ese detalle, que siempre solivianta a un buen británico de alma liberal. El informe define que la documentación aduanera a presentar en frontera incluirá las certificaciones de exportaciones e importaciones; declaraciones de IVA y accisas (impuestos especiales sobre alcohol, tabaco y energía); seguridad y sanidad, y que ascenderán a 215 millones de formularios al año. Pese a que se prometen distintas “facilidades” a los empresarios privados, estos costes administrativos serán globalmente extraordinarios, de 7.500 millones de libras anuales. Claro está, a cada lado de la frontera, pues otros tantos serán soportados por los comerciantes europeos que hagan intercambios con la isla (la equivalencia de cuantía es obvia: a cada importación le corresponde una exportación en sentido contrario).

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

También el sector público pagará su factura, por ejemplo, por vía de contratar a 50.000 vistas aduaneros. Así que el coste burocrático británico total aumentará. El de las autorizaciones públicas “ascenderá al menos a 3.000 millones anuales; o sea, en total 10.000 millones al año… 192 millones de libras semanales”, calcula el profesor de la Universidad de Londres Richard Murphy, especialista en evasión fiscal. “Escribidlo en un cartel del autobús”, concluye irónicamente. En resumen: solo el aumento del coste del papeleo contrarresta con holgura el deber británico de efectuar su contribución neta a la UE. Y mientras aquel es inútil, esta reportaba otras ventajas.

La razón de que estas cifras reverdezcan ahora obedece a que el Gobierno de Boris Johnson ha lanzado una intensa, y cara, campaña propagandística (4.500 millones de libras) para convencer del Brexit al 61% de los empresarios que ni siquiera han procurado informarse sobre el escenario de un no acuerdo final, como tampoco han hecho el 74% de los ciudadanos en general. Apenas un 20% se interesa en concreto por las consecuencias de la deriva separatista. La campaña es robusta y persigue un clímax trepidante, como indican los títulos de sus cuatro fases hasta el inicio del año próximo: “Empujar”; “golpear y atemorizar”; “sortear los daños”; y “nuevas oportunidades”. Pues eso, algunos han escogido contraponer los datos numéricos a la presión de esos sentimientos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_