Cultura sin rebrotes
Suspender actividades culturales sin razones sanitarias justificadas puede agravar la del sector
Ante los recientes repuntes de la covid-19, las Administraciones autonómicas están dando pasos atrás en esta nueva normalidad, extraña de por sí, instaurada desde junio. En Cataluña, la preocupante extensión del rebrote llevó a la Generalitat a prohibir numerosas actividades, entre las que se incluyeron espectáculos culturales a los que se equiparó con locales de ocio nocturno. Finalmente se rectificó la decisión tras las protestas.
Ninguno de los focos de coronavirus detectados estas semanas ha tenido su origen en un acto cultural. Ir al cine, al teatro, a un concierto o a un festival de literatura se ha convertido en una experiencia repleta de restricciones destinadas a garantizar la seguridad sanitaria de artistas, trabajadores y asistentes. Mascarillas, higienización, distancia de seguridad, a veces toma de temperatura: la experiencia cultural es tan o más segura que viajar en tren o en avión.
El sector se ha tomado estrictamente el cumplimiento de los protocolos pactados con las Administraciones teniendo en cuenta la importancia que tiene ofrecer garantías sanitarias para la propia supervivencia de la industria. El impacto de la parálisis causada por el estado de alarma en el tejido cultural ha sido profundamente dramático. Hablamos de un sector frágil, con empleos discontinuos e incertidumbres permanentes, que tuvo que añadir las dificultades para ajustarse al marco estándar diseñado por el Gobierno para conceder ayudas.
Suspender actividades culturales sin razones sanitarias justificadas puede agravar la situación. Supone además una doble penalización: por un lado estigmatiza a la cultura, y por otro cercena una vía de conocimiento y evasión para los ciudadanos, que fue sin embargo esencial para su bienestar durante los largos días de confinamiento. Convendría que las Administraciones públicas, a la hora de decretar futuras limitaciones para garantizar la salud de todos, no incluyeran en el mismo cajón la cultura y el ocio nocturno.
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